Lyuba Yez confidencia cómo fue escribir "La noche del nunca jamás"

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Periodista, con tres novelas publicadas anteriormente, Lyuba Yez nunca se imaginó el tremendo impacto que tendría “La Noche del Nunca más” (Editorial Planeta).

“Este es el único libro en el que he estado escribiendo desde mí y el efecto que ha tenido me ha sorprendido mucho. Pensé que ni lo iban a publicar: es que es demasiado íntimo como para surtir tanto efecto y estoy muy contenta por ello”, confidenció a Ana Josefa Silva y Marco Antonio de la Parra en entrevista en el programa “Del Fin del Mundo” de TV BioBio.

Se trata de una historia autobiográfica, con elementos de ficción, sobre lo que ocurre a una mujer casada, con hijos de colegio, cuando a su marido, un hombre joven, de 48 años, le da un ictus. Visto en perspectiva, la experiencia fue “como una explosión y veinte más, cuando uno va sumando elementos”.
El libro, dice Lyuba, salió “muy de la tripa. El registro de lo que estaba viviendo fue como un ejercicio para mí: empecé a escribirlo inmediatamente”.

En el texto hay muchas citas a diversos libros. “Yo estaba leyendo sobre el duelo, porque me interesaba, eso es lo paradójico. Yo admiro mucho a María José Navia y ella había publicado una lista de libros sobre duelos y me había comprado algunos”.

Ya estando en ello, cuando sucedió el accidente, “yo busqué refugio en la lectura y en la escritura y después sentí necesidad de juntarlas”.

“Yo recuerdo que me aconsejaban que tratara de transformar esto. Y yo furiosa: ‘¡qué voy a transformar esto!’. Y en la medida que iba dialogando con estos otros autores, dije, parece que sí estoy transformando en algo todo esto que está pasando, que es puro sufrimiento. Pero el humor era inevitable porque yo soy así: se me salían esas cosas. Reírme de mí, de mi desgracia”.

Con sus grupos de amigas, de hecho, muchas veces se juntaban no solo a hablar de lo que estaba ocurriendo sino que a reirse, a pasarlo bien.

“Uno nunca está preparada y nunca hay un plan”, reflexiona. “De hecho, la primera persona a la que pensé en llamar fue a mi suegro y él estaba hospitalizado con COVID”.

“En esa primera fase me costaba mucho hablar de esto porque no podía entenderlo. Escribir me permitió trabajarlo. Una de las cosas que a mí me gratifica es poder contar desde el yo esta historia, aunque me da mucho pudor”.
A su marido, que aparece mencionado solo con una letra, “le conté que estaba escribiendo y cuando me dijeron que se iba a publicar, me pidió que se lo leyera. Hay algunas cosas de ese libro que él no las supo y otras están ficcionadas”. Él, además de decirle: “está muy bien escrito”, cuando estaba a punto de publicarlo, “me pidió que no pusiera su nombre”. Y agregó un comentario: “Me da pena que hayas sufrido tanto”. “¡Y llevaba como 25 páginas! Y ahí nos reímos”.

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Periodista, con tres novelas publicadas anteriormente, Lyuba Yez nunca se imaginó el tremendo impacto que tendría “La Noche del Nunca más” (Editorial Planeta).

“Este es el único libro en el que he estado escribiendo desde mí y el efecto que ha tenido me ha sorprendido mucho. Pensé que ni lo iban a publicar: es que es demasiado íntimo como para surtir tanto efecto y estoy muy contenta por ello”, confidenció a Ana Josefa Silva y Marco Antonio de la Parra en entrevista en el programa “Del Fin del Mundo” de TV BioBio.

Se trata de una historia autobiográfica, con elementos de ficción, sobre lo que ocurre a una mujer casada, con hijos de colegio, cuando a su marido, un hombre joven, de 48 años, le da un ictus. Visto en perspectiva, la experiencia fue “como una explosión y veinte más, cuando uno va sumando elementos”.
El libro, dice Lyuba, salió “muy de la tripa. El registro de lo que estaba viviendo fue como un ejercicio para mí: empecé a escribirlo inmediatamente”.

En el texto hay muchas citas a diversos libros. “Yo estaba leyendo sobre el duelo, porque me interesaba, eso es lo paradójico. Yo admiro mucho a María José Navia y ella había publicado una lista de libros sobre duelos y me había comprado algunos”.

Ya estando en ello, cuando sucedió el accidente, “yo busqué refugio en la lectura y en la escritura y después sentí necesidad de juntarlas”.

“Yo recuerdo que me aconsejaban que tratara de transformar esto. Y yo furiosa: ‘¡qué voy a transformar esto!’. Y en la medida que iba dialogando con estos otros autores, dije, parece que sí estoy transformando en algo todo esto que está pasando, que es puro sufrimiento. Pero el humor era inevitable porque yo soy así: se me salían esas cosas. Reírme de mí, de mi desgracia”.

Con sus grupos de amigas, de hecho, muchas veces se juntaban no solo a hablar de lo que estaba ocurriendo sino que a reirse, a pasarlo bien.

“Uno nunca está preparada y nunca hay un plan”, reflexiona. “De hecho, la primera persona a la que pensé en llamar fue a mi suegro y él estaba hospitalizado con COVID”.

“En esa primera fase me costaba mucho hablar de esto porque no podía entenderlo. Escribir me permitió trabajarlo. Una de las cosas que a mí me gratifica es poder contar desde el yo esta historia, aunque me da mucho pudor”.
A su marido, que aparece mencionado solo con una letra, “le conté que estaba escribiendo y cuando me dijeron que se iba a publicar, me pidió que se lo leyera. Hay algunas cosas de ese libro que él no las supo y otras están ficcionadas”. Él, además de decirle: “está muy bien escrito”, cuando estaba a punto de publicarlo, “me pidió que no pusiera su nombre”. Y agregó un comentario: “Me da pena que hayas sufrido tanto”. “¡Y llevaba como 25 páginas! Y ahí nos reímos”.