Efemérides: El 27 de septiembre de 1842 el dictador mexicano Santa Anna hizo un funeral a su pierna

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El 27 de septiembre de 1842 el dictador mexicano Santa Ana organizó un funeral, pero no se trató de uno cualquiera, ya que fue para una de sus piernas que perdió por recibir un cañonazo.

Antonio López de Santa Anna había nacido en Jalapa en el Estado de Veracruz en 1795. Numerosas biografías relatan que fue una figura omnipresente en la vida política del país. Unas veces en el poder y otras veces en contra, promoviendo con sus intrigas golpes y revueltas.

Fue un gran organizador de ejércitos y en 1838 se incorpora a la defensa de México en 1838 en medio de la Guerra de los Pasteles. Esto a penas se enteró de que buques franceses bombardeaban una fortaleza en Veracruz.

En diciembre de ese mismo año, los franceses desembarcaron en dicho estado y dieron batalla a los mexicanos entre barricadas. Por la tarde recibieron la orden de retroceder y Santa Anna aprovechó de pasar a la ofensiva con 200 hombres.

Sin embargo, no había advertido que los invasores tenían instalado un cañón en la puerta del muelle, que dispararon justo cuando la columna mexicana se acercaba. La lluvia de metralla le arrancó la pierna a Santa Anna y mató a 7 soldados.

Durante algunas horas, Santa Anna fingió estar en agonía lo cual no le impidió dictar un parte de guerra.

La pierna fue primeramente sepultada en el jardín de su hacienda en Jalapa Henríquez y en febrero de 1839 llegó a la Ciudad de México, donde fue recibido con honores al ser considerado héroe y lisiado de guerra. El 20 de marzo asume la presidencia de México.

Tres años después, la extremidad que perdió fue desenterrada de la hacienda y se sepultó en el cementerio capitalino de Santa Paula el 27 de septiembre de 1842, en medio de un gran desfile militar y político al que concurrió mucha gente incluyendo grandes personalidades de la época.

Una vez finalizado su mandato y con el ascenso de José Joaquín Herrera a la presidencia, Santa Anna comenzó una nueva mala temporada. El día 6 de diciembre de 1844 su pierna fue sacada del sepulcro y terminó abandonada en la capital mexicana en señal de protesta.

Después de vivir exiliado casi 20 años tras ser expulsado de México, Santa Anna regresó gracias a una amnistía en 1874 ya envejecido y arruinado económicamente. Falleció en julio del año 1876 en su casa en la Ciudad de México.

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El 27 de septiembre de 1842 el dictador mexicano Santa Ana organizó un funeral, pero no se trató de uno cualquiera, ya que fue para una de sus piernas que perdió por recibir un cañonazo.

Antonio López de Santa Anna había nacido en Jalapa en el Estado de Veracruz en 1795. Numerosas biografías relatan que fue una figura omnipresente en la vida política del país. Unas veces en el poder y otras veces en contra, promoviendo con sus intrigas golpes y revueltas.

Fue un gran organizador de ejércitos y en 1838 se incorpora a la defensa de México en 1838 en medio de la Guerra de los Pasteles. Esto a penas se enteró de que buques franceses bombardeaban una fortaleza en Veracruz.

En diciembre de ese mismo año, los franceses desembarcaron en dicho estado y dieron batalla a los mexicanos entre barricadas. Por la tarde recibieron la orden de retroceder y Santa Anna aprovechó de pasar a la ofensiva con 200 hombres.

Sin embargo, no había advertido que los invasores tenían instalado un cañón en la puerta del muelle, que dispararon justo cuando la columna mexicana se acercaba. La lluvia de metralla le arrancó la pierna a Santa Anna y mató a 7 soldados.

Durante algunas horas, Santa Anna fingió estar en agonía lo cual no le impidió dictar un parte de guerra.

La pierna fue primeramente sepultada en el jardín de su hacienda en Jalapa Henríquez y en febrero de 1839 llegó a la Ciudad de México, donde fue recibido con honores al ser considerado héroe y lisiado de guerra. El 20 de marzo asume la presidencia de México.

Tres años después, la extremidad que perdió fue desenterrada de la hacienda y se sepultó en el cementerio capitalino de Santa Paula el 27 de septiembre de 1842, en medio de un gran desfile militar y político al que concurrió mucha gente incluyendo grandes personalidades de la época.

Una vez finalizado su mandato y con el ascenso de José Joaquín Herrera a la presidencia, Santa Anna comenzó una nueva mala temporada. El día 6 de diciembre de 1844 su pierna fue sacada del sepulcro y terminó abandonada en la capital mexicana en señal de protesta.

Después de vivir exiliado casi 20 años tras ser expulsado de México, Santa Anna regresó gracias a una amnistía en 1874 ya envejecido y arruinado económicamente. Falleció en julio del año 1876 en su casa en la Ciudad de México.