Roger Scruton fue uno de los principales pensadores y difusores del pensamiento conservador a fines del siglo XX y comienzos del siglo XXI. Nació el 27 de febrero de 1944, en Reino Unido, cuando la Segunda Guerra Mundial se acercaba a su fin y Winston Churchill se encontraba en su apogeo; falleció el 12 de enero de 2020, hace exactamente 5 años. Buen momento para recordarlo.
Scruton era doctor en Filosofía por la Universidad de Cambridge y enseñó en prestigiosas casas de estudio. Sin embargo, sus tareas principales no estuvieron vinculadas a la vida académica misma, sino que a la difusión de ideas, a través de la prensa y de revistas culturales, así como mediante la participación en el debate público en años decisivos para el mundo de finales de la Guerra Fría y la época posterior a la caída del comunismo.
A su muerte dejó un vacío que sintieron sus correligionarios e incluso quienes discreparon de muchas de sus posiciones, como enfatizó el liberal Mario Vargas Llosa, quien escribió un emotivo artículo en El País (España), titulado “Elogio de un reaccionario” (18 de enero de 2020). Scruton abrazó su opción conservadora después del Mayo francés de 1968, esa gran revolución cultural sobre la que es necesario volver cada cierto tiempo. Así lo narra en el capítulo “Mi viaje”, incluido en su libro Cómo ser conservador (Madrid, Homo Legens, 2018). Percibió, estando en Francia, que los jóvenes que protestaban disfrutaban de libertades, seguridades y la cultura que el estado francés entregaba a sus ciudadanos: “Para mi asombro, sin embargo, los sesentayochistas se afanaban en el reciclado de la vieja promesa marxista de una libertad radical, que llegará cuando la propiedad privada y el Estado de Derecho burgués hayan sido abolidos”. Por lo mismo, “la libertad imperfecta que la propiedad y la ley hacen posible, y de la que dependían los sesentayochistas para sus diversiones y su prosperidad, no bastaba” (pp. 28-29).