Churchill y la Cortina de Hierro

Nuestra sección de OPINIÓN es un espacio abierto, por lo que el contenido vertido en esta columna es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial de BioBioTV
visitas

En el aniversario 150 del nacimiento de Winston Churchill–nació el 30 de noviembre de 1874– recordaremos otro momento clave de su vida política: el discurso sobre la Cortina de Hierro, de marzo de 1946, o Telón de Acero, como se le llama en España.
Todavía no pasaba un año del término de la Segunda Guerra Mundial, tras la cual el líder británico perdió las elecciones de julio de 1945, lo que significó que dejara el poder. Roosevelt había sido reelegido por cuarta vez en 1944, en tanto Stalin no necesitaba realizar comicios, y su dictadura estaba muy asentada. Con el segundo y con Truman, sucesor del fallecido Roosevelt, celebraron la Conferencia de Postdam

De ellos, Churchill era el único que volvía a ser un ciudadano, aunque no cualquiera. En los meses siguientes a dejar el mando, ocurrió en parte lo que había anunciado, que no estaría ocioso: “Voy a escribir, voy a hablar en la radio, y voy a seguir desempeñando las funciones de parlamentario, aunque jamás vaya a regresar ya al número 10 de Downing Street” (Andrew Roberts, Churchill, p. 1173). Esto último, como sabemos, no fue así: entre 1951 y 1955 nuevamente ejerció como Primer Ministro. Podríamos decir que no se resistía a la idea de dejar la política, como tampoco a ejercer influencia en los destinos de Inglaterra y del mundo.

A comienzos de 1946 Churchill viajó a Estados Unidos, donde tuvo reuniones con el presidente Harry Truman, pronunció conferencias y visitó la tumba de Roosevelt, donde exclamó con lágrimas en los ojos: “Señor, ¡cuánto apreciaba a ese hombre!” Sin embargo, no hay duda de que el momento más importante en esa visita se produjo cuando dio su discurso sobre “La cortina de hierro”, que originalmente se llamaba “Los pilares de la paz”, en Westmister College, Fulton, Missouri, el 5 de marzo: “Hoy los Estados Unidos se encuentran en el pináculo de la torre del poder, sostuvo la ilustre visita al comenzar sus palabras. Es un momento solemne para la Democracia americana. Porque esa primacía de poder está acompañada de una impresionante responsabilidad de futuro”.

    visitas

En el aniversario 150 del nacimiento de Winston Churchill–nació el 30 de noviembre de 1874– recordaremos otro momento clave de su vida política: el discurso sobre la Cortina de Hierro, de marzo de 1946, o Telón de Acero, como se le llama en España.
Todavía no pasaba un año del término de la Segunda Guerra Mundial, tras la cual el líder británico perdió las elecciones de julio de 1945, lo que significó que dejara el poder. Roosevelt había sido reelegido por cuarta vez en 1944, en tanto Stalin no necesitaba realizar comicios, y su dictadura estaba muy asentada. Con el segundo y con Truman, sucesor del fallecido Roosevelt, celebraron la Conferencia de Postdam

De ellos, Churchill era el único que volvía a ser un ciudadano, aunque no cualquiera. En los meses siguientes a dejar el mando, ocurrió en parte lo que había anunciado, que no estaría ocioso: “Voy a escribir, voy a hablar en la radio, y voy a seguir desempeñando las funciones de parlamentario, aunque jamás vaya a regresar ya al número 10 de Downing Street” (Andrew Roberts, Churchill, p. 1173). Esto último, como sabemos, no fue así: entre 1951 y 1955 nuevamente ejerció como Primer Ministro. Podríamos decir que no se resistía a la idea de dejar la política, como tampoco a ejercer influencia en los destinos de Inglaterra y del mundo.

A comienzos de 1946 Churchill viajó a Estados Unidos, donde tuvo reuniones con el presidente Harry Truman, pronunció conferencias y visitó la tumba de Roosevelt, donde exclamó con lágrimas en los ojos: “Señor, ¡cuánto apreciaba a ese hombre!” Sin embargo, no hay duda de que el momento más importante en esa visita se produjo cuando dio su discurso sobre “La cortina de hierro”, que originalmente se llamaba “Los pilares de la paz”, en Westmister College, Fulton, Missouri, el 5 de marzo: “Hoy los Estados Unidos se encuentran en el pináculo de la torre del poder, sostuvo la ilustre visita al comenzar sus palabras. Es un momento solemne para la Democracia americana. Porque esa primacía de poder está acompañada de una impresionante responsabilidad de futuro”.