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¿Cuándo debo detener el entrenamiento? El dolor bueno y el dolor malo al hacer ejercicio

21 julio 2020 | 11:18

En el área del entrenamiento físico una frase muy popular es “no pain no gain”, que en español se traduce como “sin dolor no hay ganancia”.

Se refiere a que ciertos ejercicios nos van a provocar un malestar, pero que debemos continuar haciéndolos para lograr nuestro objetivo. Pero hay que tener cuidado, porque algunos dolores no siempre son indicadores de que estamos haciendo las cosas bien.

Cuando se realiza una rutina por primera vez o después de un largo tiempo, vas a sentir sí o sí una molestia o ardor muscular, ya sea por hacer sentadillas, flexiones o por levantar pesas.

Según explicó a El País Nacho Martínez, doctor en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte y profesor de la Universidad de Valencia, este dolor es normal. Pese a que a veces se siente insoportable, realmente es fatiga y el resultado de no haber trabajado antes tu cuerpo.

Martínez aclaró que el ejercicio físico nunca debe ser doloroso y que, en caso de serlo, “estaríamos ante una llamada de atención que siempre hay que escuchar, tanto si eres principiante como atleta de élite”.

En esta línea, un malestar peligroso es el que ocurre cuando nos sobreexigimos, por ejemplo, levantando mancuernas mucho más pesadas de lo que el cuerpo puede soportar.

Martín Colacilli, profesor de Educación Física, señaló a La Nación que si se lleva el cuerpo a este límite “se rompen más fibras musculares”, lo que “generará dolor”.

Colacilli agregó que cada persona lo sentirá en distinta intensidad, dependiendo del umbral de dolor que tengan. Por eso algunas personas soportan más que otras los malestares.

¿Cuándo debo detener el entrenamiento? El dolor bueno y el dolor malo al hacer ejercicio

En este escenario, el dolor es peligroso porque si no detenemos el ejercicio “aumenta el riesgo de sufrir una lesión aguda o agravar una ya existente”, explicó Martínez.

¿Cómo podemos diferenciar este con la fatiga? El “dolor malo” es localizado, agudo e incisivo. Se siente de inmediato, al contrario de la fatiga, que va de menos a más. Si traspasas el límite, puedes llegar a sufrir desde un tirón hasta una rotura muscular.

El dolor del día siguiente

Probablemente a más de alguno le ha pasado que ha realizado una rutina completa de ejercicios en la tarde y, al día siguiente, no se puede mover y le “duele hasta el pelo”.

Martínez aseguró que esto es una señal que “las características del ejercicio o la intensidad han excedido nuestro bagaje neuromuscular”.

Pero no está todo perdido. Según explicó el doctor, la idea es realizar ejercicios específicos para recuperar la movilidad y lograr erradicar el dolor en dos o tres días.

“Podemos acelerar su desaparición movilizando la zona afectada mediante ejercicio físico suave y sin impacto”, agregó.

Por último, Martínez detalló que cuando se siente este dolor se debe acomodar la rutina de ejercicios para que sea con exigencia progresiva. Además, recomendó dejar un día de “descanso activo”, que significa una jornada de deporte moderado, como caminatas y yoga.

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