Este enfoque recuerda uno de los principales slogans de los Bolcheviques (“La tierra para quienes la trabajan”) que avivó la Revolución Rusa de 1917, derivando en una orgía de terror, revanchismo y millones de muertos, descrita magistralmente por Orlando Figes en “La Revolución Rusa: la tragedia de un pueblo”.
En Chile, la nueva ley redistribuye anticipadamente cuota de los industriales -siete años antes del término de su vigencia legal-, traspasando al sector artesanal cerca del 30% del total destinado a procesamiento, con un valor anual estimado superior a USD 150 millones. De ese total, USD 70 millones corresponden solo a cuotas de jurel. Como referencia, en el escándalo de 2015, SQM reconoció pagos ilegales por unos USD 15 millones para campañas políticas entre 2009 y 2014.
Este traspaso anticipado y forzado de cuotas genera al menos dos problemas graves:
La nueva ley de fraccionamiento pesquero es un mal negocio para Chile. Beneficia sobre todo a unos pocos, comprometidos a pagar, de alguna forma, el regalo recibido. Para el resto de nosotros, lo importante es tener claro qué pasó aquí. Y en las próximas elecciones, sacar al pizarrón a los políticos que la promulgaron.