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Aislamiento extremo: seguridad o tortura en las cárceles chilenas

01 octubre 2025 | 16:50

Chile discute un proyecto de ley que promete más seguridad, pero podría encerrar un dilema mayor: ¿hasta dónde puede llegar el Estado antes de que la seguridad se parezca demasiado a la tortura?

El Congreso analiza una iniciativa que regula un régimen penitenciario de máxima y alta seguridad, estableciendo medidas específicas para personas vinculadas a organizaciones criminales.

Restricciones extremas y vida en aislamiento

El régimen propuesto considera la segregación permanente respecto de la población general con acceso a patio por dos horas diarias y bajo interacción limitada, uso de uniformes, introduce restricciones y suspensiones a las visitas, limita el contacto físico, prohíbe encomiendas y somete a estricto control la correspondencia, salvo en el contacto con abogados.

El proyecto no contiene ninguna referencia explícita a tratados internacionales desplazando el estándar hacia la normativa interna. Esto debilita el control externo de garantías básicas y la protección frente al uso de restricciones excesivas, lo que podría vulnerar obligaciones internacionales asumidas por Chile, como la Convención contra la Tortura y su protocolo facultativo.

El régimen planteado en esta iniciativa legal ya se encuentra en uso en la práctica a través de normas infra reglamentarias, más de 300 personas están bajo esta modalidad con restricciones similares.

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Condiciones que rozan la tortura

El Comité de Prevención de la Tortura ha visitado estos recintos y concluye que como país se están generando condiciones equivalentes a tratos crueles, inhumanos o degradantes, las que pueden constituir tortura. El aislamiento prolongado – durante 22 horas diarias y por más de 15 días- implica restricción sensorial, limitación extrema del contacto humano y familiar, patrones que han sido identificados como generadores de daño físico y psíquico.

La revisión cada seis meses incluida en el proyecto para decidir si se mantiene el régimen no mitiga el riesgo de afectación grave a la integridad si no se garantiza una aplicación absolutamente excepcional, proporcional y controlada judicialmente.

Hoy el proyecto incluye cláusulas de secreto, niega el acceso irrestricto a observadores independientes y no establece mecanismos claros de transparencia ni rendición de cuentas.

El país debe decidir si la lucha contra el crimen organizado puede hacerse a cualquier costo, incluso con el silencio y la soledad como herramientas de castigo. Porque en ese límite difuso entre seguridad y dignidad, Chile corre el riesgo de construir cárceles donde la excepción termine pareciéndose demasiado a la regla.