A cinco días de que se presente la acusación constitucional contra el delegado presidencial de la región Metropolitana, Gonzalo Durán, la Democracia Cristiana (DC) se mantiene condicionando su apoyo a la iniciativa y esta semana dio un paso más allá en sus intenciones.
La DC atraviesa un momento político crucial. Su presidente Alberto Undurraga es pre-candidato presidencial y ha insistido en realizar dos primarias, algo que no ha encontrado eco en las presidencias del resto del progresismo.
A estas alturas es conocido que, a nivel interno, hay poca confianza en la competitividad de la candidatura de Undurraga y la siguiente prioridad del partido es afinar las negociaciones de pacto electoral.
Esa es al menos -reconocen internamente- una de las razones por las que la DC ha condicionado su rechazo a la acusación constitucional impulsada por la UDI. Esto, en una señal de fuerza que busca demostrar que Demócratas no es necesariamente el partido bisagra en esta votación y que podría ser la propia falange junto a sus independientes. Este sería uno de los caminos para dinamizar las conversaciones de pactos en el sector.
En todo caso, las vocerías de la bancada defienden una cuestión de fondo y ya hablan de una suerte de petitorio en materia de seguridad, que será exigido al ejecutivo para rechazar la ofensiva, además de reiterar su solicitud de que Durán salga de su cargo.
Ya han existido conversaciones con el subsecretario Segpres, Nicolás Facuse, y parlamentarios del Frente Amplio (FA) también se han activado para asegurar votos.
El jefe de bancada de la DC, Héctor Barría, dice que su demanda es como el conocido refrán de una antigua campaña política: “Seguridad, seguridad, seguridad”.
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Pero la DC fue más lejos, pues la noche del martes hubo una conversación informal con la diputada independiente Marcela Riquelme, que esta semana salió oficialmente del Frente Amplio y se encuentra sin comité parlamentario.
En dicho diálogo, a la diputada se le hizo un ofrecimiento de integrarse al comité y además se le plantearon argumentos por los que poner en duda su respaldo al delegado presidencial.
Marcela Riquelme asegura que no está en una vendetta personal contra el Frente Amplio, pero que su estilo nunca ha sido desde “acatar a ojos cerrados” lo que diga el gobierno y que está oficialmente “en reflexión” ante un eventual desmarque del oficialismo.
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Por su parte, en el Frente Amplio consideraban necesaria la salida de Riquelme del comité y no solo por la denuncia de índole sexual en su contra, sino que además porque habría realizado peticiones de último minuto para votar por Camila Rojas en la elección de la mesa, que causaron indignación en el partido del Presidente de la República.
Sin embargo, esto no significa que se le considere automáticamente como una diputada de oposición: De hecho, la diputada Lorena Fríes, jefa de comité, se refirió también a la diputada Marisela Santibañez, que votó por José Miguel Castro (RN) para la mesa y para la que su posición por la AC es todavía una incógnita.
La diputada Fríes dice que esos votos no pueden “darse por perdidos” y que ambas parlamentarias son parte del progresismo.
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En todo caso, hay un tercer parlamentario que las fuerzas oficialistas no podrían contar con un respaldo garantizado: El diputado Felix González. El candidato presidencial del Partido Ecologista Verde, dice que en el corazón de esta controversia está un caso de represión policial que terminó con la vida de dos personas.
Para el diputado González, si este fuese el gobierno de Sebastián Piñera, el oficialismo actual habría acusado a un ministro de Estado y volvió a marcar que él no es del gobierno y que evaluará su voto en su mérito.
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Fuerzas opositoras aseguran que la votación nuevamente se proyecta estrecha. Un elemento que les juega en contra, ha sido la dificultad para encontrar argumentos constitucionales contra Durán y desde Demócratas han reconocido que si bien no es lo más importante, un factor a considerar en su voto es que exista algún mérito para acusarlo.
Lo anterior ha motivado que en la oposición, estén considerando buscar conversaciones con estos parlamentarios que ya no están alineados con partidos del oficialismo, pensando en la posibilidad de que apoyen, se abstengan o derechamente no participen de la votación, que se concretaría en sala la segunda semana de mayo.