Al desfile están convidadas una delegación de Rusia encabezada por el ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, y otra china liderada por Li Hongzhong, miembro del Politburó, en lo que supone la primera presencia de comitivas extranjeras en un desfile norcoreano desde 2018 y subrayando el actual acercamiento entre Pionyang, Moscú y Pekín.
Antes del desfile en sí se celebró un evento inicial en la céntrica plaza Kim Il-sung de la capital norcoreana en torno a las 20.00 hora local (07:00 hora de Chile), según indicó la fuente citada por Yonhap, sin añadir más detalles.
Durante meses, los satélites han captado preparativos para organizar un gran desfile para el aniversario y en las últimas semanas se ha apreciado la movilización de armamento y tropas, además de la instalación de carpas o fuegos artificiales.
También se han notificado preparativos para realizar una exhibición aérea con cazas y otros activos de las Fuerzas Aéreas.
El miércoles, el propio líder norcoreano, Kim Jong-un, mantuvo un encuentro bilateral con Shoigú en el que intercambiaron “evaluaciones sobre temas de interés mutuo en los terrenos de la seguridad y la defensa nacional y el entorno de seguridad regional e internacional”, además de visitar una exposición de armamento norcoreano.
La visita se produce en un momento en el que Occidente sigue acusando al régimen asiático de suministrar a Moscú en secreto armas y munición para ampliar los arsenales rusos en el marco de la invasión de Ucrania y además concede por primera vez un apoyo tácito por parte de Rusia a los programas de desarrollo de armas de destrucción masiva de Kim.
En la exposición, Kim y Shoigú vieron los misiles balísticos intercontinentales (ICBM) de mayor alcance y más sofisticados del régimen, proyectiles hipersónicos o lanzacohetes múltiples, además de unos nuevos drones de gran tamaño.
Se prevé que el régimen despliegue todos estos activos durante el desfile militar, cuyas imágenes se espera que publiquen los medios norcoreanos el viernes.
La visita de las comitivas enviadas por Moscú y Pekín supone además un hito desde que Corea del Norte impuso una estricta política de cierre fronterizo a principios de 2020 para evitar la entrada de la covid-19.
El cierre ha sido tan estricto que ni siquiera los trabajadores o los diplomáticos norcoreanos han podido retornar desde entonces a su país.