Si algo le faltaba a la vida de película de Diego Maradona es enterarnos que durante su corta estadía en Sevilla en la temporada 1992-1993, fue espiado por pedido de los dirigentes del club andaluz que lo contrataron por pedido expreso de su entrenador Carlos Salvador Bilardo y con mucho recelo luego del doping positivo por consumo de cocaína que significó una sanción de 15 meses para el astro cuando todavía era jugador del Napoli de Italia.

A casi 30 años de esta fascinante historia que ya no sorprende en el mundo que rodeó a Maradona, justamente uno de los detectives contratados en aquel entonces para hacerle la marca personal que tantas veces padeció dentro de un terreno de juego, contó algunos detalles de esos días en una entrevista con el medio español Voz pópuli. Su nombre es Charlie M. y en ese momento fue contactado por un veterano colega que se hacía llamar Perfecto C. para vigilar junto a otros tres espías cada uno de los movimientos de Diego fuera del campo de entrenamiento.

Con turnos rotativos, seguían a Maradona las 24 horas del día: “La casa no tenía salida, eso era lo bueno. Era un chalet y solo tenía una salida. Entonces pusimos un coche ahí y nos íbamos turnando. Esa casa era como una tienda de ‘El Corte Inglés’. Contamos 18 o 20 italianos y argentinos entrando y saliendo. El tema es que Maradona no iba a entrenar. Se metía allí a las seis de la mañana”, recuerda el todavía detective privado.

En esa vivienda propiedad del famoso torero Espartaco, Diego vivía junto a Claudia Villafañe y sus pequeñas hijas Dalma y Gianinna, de 5 y 3 años, aunque a juzgar por los recuerdos de Charlie M. el ambiente no era muy familiar. “Yo llevo 30 años en la calle y sé qué gente era. Aquello era un desastre. Los seguimientos sirvieron para demostrar que era una vida no propia de un deportista”, agregó.

El espía reconoció que hasta llegaron a infiltrar mujeres en el entorno de Maradona para acceder a su intimidad y recabar información: “Eran groupies de futbolistas. Eran como modelos y con eso les pusimos la trampa. Maradona era muy buena gente, pero era muy golfo. Eran las cinco de la mañana y a las diez tenía que estar en la ciudad deportiva entrenando y no iba a entrenar”.

Diego había firmado contrato por una temporada con opción a otro año más pero dentro de la cancha ya no era el que había brillado en Napoli y en la Selección argentina y su compromiso con Sevilla dejaba bastante que desear. A todo esto hay que sumarle una pelea con Bilardo para terminar de torcer la relación entre el futbolista y los dirigentes que ya buscaban la forma de deshacerse de su alto salario.

Por eso, la desconfianza inicial, el seguimiento y los resultados de la investigación les dieron la razón. “Cuando el tío se fue a las malas, le dijeron: ‘Mira, tenemos esto, esto y esto. Tú no has ido a entrenar por esto, por esto y por esto’. Se ahorraron 150 millones de pesetas porque los perdonó”.

Años más tarde, Diego se refirió a este tema en su autobiografía: “Me empezaron a perseguir, a inventar historias, contrataron detectives para que les informaran de lo que yo hacía, lo que yo decía, cómo vivía, y me harté. Me cansé: otra vez había hecho un esfuerzo enorme para volver y nadie me entendía. Solo los míos, solo los que estaban cerca. Como Bilardo. Por lo menos eso pensaba yo en aquel tiempo. Una vez más, me equivoqué”.