El delantero noruego Erling Haaland es a su corta edad (20) una de las grandes atracciones del fútbol mundial en la actualidad. Por lo mismo, no extraña que los clubes más importantes del orbe estén buscando ficharlo.

El ariete se deja querer mientras espera tranquilo en el Borussia Dortmund. Sabe que su carrera recién comienza y no quiere dar pasos en falso. El atacante quiere cumplir su sueño de ser una estrella de la disciplina y, de paso, también hacer feliz a su padre, quien vio cortada su carrera en balompié profesional antes de lo esperado.

Alf-Inge Haaland tuvo que colgar los botines en el 2003, cuando tenía 30 años, ya que su rodilla no aguantaba más. Todo producto de un planchazo ‘criminal’ de la estrella del Manchester United, Roy Keane, en 2001.

Para muchos la acción del ‘diablo rojo’ es, por lejos, la infracción más fea y violenta de la historia de la Premier League. ¿Lo peor? El irlandés nunca pidió disculpas y hasta en la actualidad no muestra ni un poco de lástima.

Una acusación exagerada: la detonante de la furia de Keane

Para entender la desleal acción de Keane -si es que hay algo que se pueda comprender- hay que remontarse a 1997. Específicamente al 27 de septiembre.

Ese día Leeds United y Manchester United se enfrentaron por ‘Premier’, con la particularidad que Roy acabó lesionado de gravedad en una jugada que involucró indirectamente a Haaland, defensor de la escuadra que hoy dirige Marcelo Bielsa.

El irlandés ingresó al área rival para intentar aprovechar un balón suelto, pero el noruego se adelantó y se quedó con el esférico. Keane, entones, intentó una zancadilla pero su rodilla quedó clavada en el césped. El resultado del examen médico fue contundente: rotura de ligamentos que le impidió continuar jugando esa temporada.

Hasta ahí todo normal. Pero hubo un hecho que cambió todo y se convirtió en la gran desgracia de Haaland. El futbolista de Leeds se acercó a Keane cuando se revolcaba en el piso, se burló de él y lo acusó de estar simulando.

El del ‘United’ no olvidaría nunca más el rostro de Alf-Inge. Y se lo hizo pagar 4 años después.

La cruel venganza de Keane en el derbi de Manchester

En el 2000 la carrera de Alf-Inge Haaland parecía ir en ascenso. La mayor prueba de ello fue su fichaje por el Manchester City, que en aquel entonces empezaba a tomar de a poco fuerza.

De hecho, Haaland había conseguido la clasificación con el Leeds a la Champions League un año antes al terminar tercero. Sin embargo, y aunque era pieza fija del equipo, prefirió partir a los ‘Citizens’.

En el City iba ganando confianza y también el cariño de los hinchas. Pero todo empezó a derrumbarse el 21 de abril del 2001, cuando Keane decidió cobrarle venganza en pleno derbi de Manchester.

En la única ‘pelota dividida’ que tuvieron ambos, a los 86 minutos del cotejo, Roy Keane dejó de mirar el balón y realizó un ataque directo en plancha a la rodilla de Haaland. El partido terminó 1 a 1 pero a nadie le importó tras la locura del volante.

El noruego jugó dos encuentros más después de este golpe. Uno cuatro días después del hecho defendiendo a su país, y después de vuelta en Inglaterra con los ‘celestes’. Pero no pudo continuar la temporada, la rodilla nunca volvería ser la misma.

Con el paso de los días se operaría y nunca más volvería a completar los 90 minutos de un partido de manera oficial. Eso lo llevó a sentenciar su retiro definitivo en 2003.

“Me esforcé para golpearlo”

La jugada impactó a toda la Premier League. Más todavía porque la asociación decidió castigar al símbolo de Manchester United con solo tres partidos y 5 mil libras.

Con el paso de los años, Keane admitiría que su único deseo era lesionar a Haaland. Lo hizo en su libro autobiográfico “Segundo tiempo”.

“Hay cosas que lamento en mi vida y lo ocurrido con él no es una de ellas”, sentenció contundente Keane, rememorando que él fue víctima de burlas por parte de su rival.

“Yo lo había esperado bastante. Me ‘esforcé’ para golpear con fuerza. La pelota estaba allí (creo)…”, escribió Roy, haciendo hincapié en que pensó “toma esta, bastardo. Y no vuelvas a mirarme burlándote de falsas lesiones”.

Roy Keane remató en su texto que su mensaje fue claro: “Que no se pare nunca más sobre mí con desprecio hablando de lesiones falsas. Incluso en el vestuario después, yo no tenía remordimientos. Mi actitud fue, ‘a la mierda con él’. Lo que va, vuelve. Se puso sus recompensas sólo. Él me pegó a mí una y mi actitud es ojo por ojo”.