El 22 de octubre de 1969 está marcado con sangre para el fútbol mundial. Literalmente lo está. Aquel día, Estudiantes de La Plata recibió en La Bombonera al AC Milan, por el duelo de vuelta de la Copa Intercontinental, en el partido que es considerado como el más violento de la historia.

Los ‘pincharratas’ ya tenían su fama consolidada. Dirigidos por Osvaldo Zubeldía, los argentinos eran reconocidos por su agresividad y jugadas de laboratorio.

La prensa trasandina ya había revelado entonces que, además de pegar, fingir faltas o protestar de forma aireada ante los árbitros, trabajaban los nervios de los rivales con información familiar sensible y llevaban clavos en las medias para pinchar a los rivales.

Ya habían impresionado los ‘pincharratas’ a Europa luego de enfrentar al Manchester United en la edición anterior de la Intercontinental, donde se quedaron con el torneo por un global de 2-1.

Pero ante los ‘rossoneros’, simplemente los argentinos no tuvieron escrúpulos. Luego de caer 3-0 en la ida y ser recibidos en el San Siro con una lluvia de objetos, sabían que quedarse con la copa era una tarea titánica y optaron por mandar de regreso lo más golpeados posibles a los italianos.

Ramón Aguirre Suárez comandó los golpes, al que se sumó un desaforado portero Alberto José Poletti, quien agarró a patadas, pelotazos y escupos a quien se le cruzó por delante.

La cuenta la abrió Gianni Rivera a los 30′, luego de una mala salida local. En su camino al arco, evitó al menos tres entradas grotescas y Poletti se le fue encima mientras celebraba el tanto.

Antes del cierre del primer tiempo, Marcos Conigliaro y Aguirre Suárez anotaron para Estudiantes dejando el global 2-4. El segundo lapso estaría plagado de violencia.

Néstor Combin (ARCHIVO | AS)
Néstor Combin (ARCHIVO | AS)

Expulsiones

Quienes presenciaron el encuentro recuerdan con rechazo el partido. Los argentinos necesitaban al menos dos goles y, en su desesperación por no poder superar a la aplicada zaga italiana, se desquitaban con quien tuviesen al frente.

Al franco-argentino Néstor Combin le destrozaron la cara con un codazo (su foto fue portada en Europa), a Rivera por poco le cortan el talón de Aquiles y la primera roja llegó recién a los 74′.

El árbitro chileno Domingo Massaro expulsó a Aguirre Suárez, quien se marchó de la cancha fingiendo un llanto que fue aplaudido por La Bombonera. Eduardo Manera fue expulsado 6 minutos después por una agresión que ni siquiera pudo ser captada por las cámaras por lo lejos que estaba del balón.

El marcador no se movió más y los italianos se quedaron con la copa. En medio de los abrazos ‘rossoneros’, Poletti apareció con una patada voladora que generó una batalla campal y fue la coronación de un encuentro vergonzoso.

Gianni Rivera (ARCHIVO | AS)
Gianni Rivera (ARCHIVO | AS)

Detenciones

Pero el partido no acabó ahí. Según recuenta El País, al camarín del Milan llegó la policía a buscar a Combin porque, según ellos, era prófugo por haber salido de Argentina con 18 años sin haber hecho el servicio militar.

Fue llevado al Regimiento de Infantería de Patricios, donde estuvo detenido 12 horas. Solo después de que el embajador francés llegó con el certificado de nacionalidad del jugador, éste pudo ser liberado.

Pero no fue el único aprehendido. Desde el camarín local, fueron detenidos Poletti, Manera y Aguirre Suárez, acusados por la dictadura militar de Juan Carlos Onganía de alterar el orden público e incitar a la violencia.

Los tres pasaron 29 días en prisión y fueron suspendidos de la selección trasandina. El portero fue vetado de por vida, mientras que el defensa por cinco años. Ambos castigos fueron derogados tras la caída de Onganía.

Fue la guinda para una torta plagada de violencia y que, hasta el día de hoy, es recordada como la peor jornada en la historia del fútbol.

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