Para nadie es secreto que hasta las enciclopedias más completas se quedan cortas cuando se habla de fútbol.

Y es que la pasión de multitudes es una de las pocas disciplinas capaces de congregar tanta atención de una sola ‘tapada’, lo que queda de manifiesto cada vez que alguien da a conocer uno que otro relato futbolero.

Dentro de este contexto se vuelve casi indispensable traer a la memoria lo que ocurrió el 13 de octubre del año 1976, día en en que George Best y Johan Cruyff se enfrentaron y dejaron en claro quién era el mejor futbolista del mundo.

Quizá algunos de ustedes no lo recuerden, pero lo cierto es que ambas estrellas se vieron las caras cuando la Selecciones de Irlanda del Norte y Holanda midieron fuerzas por las clasificatorias rumbo al Mundial de Argentina de 1978.

Eso sí, esta historia comenzó a escribirse días antes del inédito encuentro, cuando el periodista británico Bill Elliott decidió emprender rumbo para seguir de cerca el desempeño de los que hasta ahora eran considerado los equipos revelación de Europa.

Así al menos lo resume el libro que Roberto Meléndez tituló como ‘Barrio Bravo‘, el que aprovecha la instancia para mencionar que horas antes del esperado cotejo, George Best le confesó al profesional uno de los más grandes deseos de su carrera deportiva.

“¿Qué te parece Cruyff”, preguntó sin tapujo alguno Elliot. “Es un jugador magnífico”, respondió sin rodeos el ex Manchester United.

Como la repuesta no era la que él quería escuchar, ni mucho menos agregar en su reporte, este no encontró nada mejor que replicarle con un: ¿”Crees que es mejor que tú”?.

“¿Es broma? Te diré que haré esta noche: encararé hacia a él, de tú a tú, y cuando lo tenga enfrente pasaré el balón entre sus piernas. Y lo haré en la primera oportunidad que tenga”, fue la duplica del jugador que, sin más palabras, se dio la media vuelta y se fue.

La declaración dejó intrigado al periodista inglés, quien luego de algunos minutos comprendió que si iba a ser testigo de esta histórica jugada, debía encontrar la mejor ubicación dentro del estadio.

Lo que pasó después es historia más que conocida, y todos los relatos existentes coinciden en que tan solo cinco minutos después de iniciado el partido, el de la dorsal número siete ya estaba haciendo de las suyas.

Un pase profundo llegó directo a sus pies y, en un abrir y cerrar de ojos, ya había dejado en el camino a dos de sus contrincantes.

Luego de esto todos creyeron que Best comandaría un ataque en dirección hacia el arco rival, pero la verdad es que su plan era totalmente distinto.

Y es que en su mente la idea de hacerle un ‘caño’ a Johan Cruyff daba vuelta una y otra vez, razón por la que no dudó en cargar con el balón hacía donde estaba la estrella de la ‘Naranja Mecánica’.

Se demoró alrededor de cinco segundos en dar con su objetivo -el que se encontraba del otro lado de la cancha- pero al fin lo tenía ahí, frente a frente a él, confiado y a la misma vez despistado.

Fue por esto que no dudó en realizarle un par de fintas con los hombros para después, y cuando nadie lo esperaba, hacer pasar la ‘caprichosa’ por entre medio de las piernas del astro holandés.

La jugada fue ovacionada por los aficionados que se encontraban apoyando al combinado de Países bajos en aquella jornada, pero solo George Best y Bill Elliot sabían el verdadero valor y significado que tenía la maniobra.

Pocos minutos después el árbitro decretó el silbato final y con ello la clasificación de la Selección Holanda al Mundial de Argentina 1978.

Eso sí, para el combinado de Irlanda del Norte esto ya no era importante, ya que desde ese día muy pocos dudaron quién era el mejor jugador del mundo.

Revisa el compacto de los goles a continuación: