“Grondona y Deluca me entregaron en el Mundial de 1994.

La frase la dijo el exfutbolista argentino Diego Armando Maradona, quien luego de haber sido notificado de su doping positivo en la Copa del Mundo de Estados Unidos, apuntó con todo en contra de los reconocidos directivos del fútbol trasandino.

En ese minuto muchos pensaron que el ‘Pelusa’ estaba alzando la voz porque estaba dolido, por lo que sus palabras no debían ser consideradas como válidas.

Sin embargo, lo que muy pocos sabían era que el exdelantero no estaba tan errado con sus acusaciones, las que con el pasar de los años fueron tomando forma y fondo.

Así al menos lo recoge el libro “Juego Sucio” de los periodistas Francisco Sagredo y Fernando Tapia, el que entrega una teoría respecto de los verdaderos responsables detrás de la caída del ‘Pibe de Oro’.

Hay que comenzar señalando que la tarde que le comunicaron al ’10’ los resultados de ese inesperado examen, este no hizo más que llorar desconsolado.

Y es que el jugador no podía creer que el análisis había arrojado esa conclusión aún cuando su jefe, Julio Grondona, le había asegurado que todo estaría bajo control.

“Eduardo Deluca me dijo que estaba todo arreglado. Algo tiene que haber salido mal”, fueron las palabras con las que el ex presidente de la AFA trató de calmar a su protegido.

La prueba arrojó que Maradona tenía en su organismo Efedrina, alcaloide medicinal que estaba en la lista de los elementos prohibidos para la FIFA. Pero entonces ¿cómo llegó eso hasta su cuerpo? la respuesta fue más que simple.

Desde los altos mandos de la AFA le habían solicitado al atacante mostrar su mejor imagen en la cita planetaria de ese año, para lo cual era indispensable que se sometiera a un intenso y estricto régimen para perder esos ‘kilitos’ de más.

Esto último no solo conllevó un cambio radical en su forma de alimentarse y ejercitarse, sino que además tener que consumir diariamente Ripped Fuel, suplemento alimenticio que ‘sospechosamente’ contenía Efedrina.

Durante veinte años se ha especulado respecto a si el jugador sabía o no lo que estaba consumiendo. No obstante, independiente de esta respuesta, por ese entonces el goleador solo estaba estaba siguiendo una orden que pasaba fuera de sus manos.

“Tú te preparas, recurres a lo que sea, y olvídate de controles durante la copa de mundo”, fue la promesa que Grondona le hizo saber al ‘Astro’.

El mandamás del fútbol argentino estaba seguro de lo que prometía, dado que para cumplir con su palabra tenía al hombre adecuado: Eduardo Deluca, mano derecha del ex dirigente, secretario general de la Conmebol y miembro del entonces comité técnico de ese Mundial.

Y es aquí donde comienza lo más interesante de esta historia, puesto que luego de varias interrogantes se llegó a una conclusión: Maradona pagó con sangre por sus reiteradas faltas de respeto, así como por meterse donde no debía.

La primera imprudencia ocurrió en el Mundial de Italia de 1990 cuando dejó con la mano estirada al entonces presidente de la FIFA, Joao Havelange. La imagen de humillación fue vista por cientos de miles de espectadores, quienes a todo esto no entendieron muy bien a que se debía el desaire.

Luego de esto el ‘Pibe’ volvió a demostrar que no le tenía miedo a la federación internacional y apuntó a la mano negra del brasileño como el principal responsable del polémico arbitraje del mexicano Edgardo Codesal, quien cobró un penal en favor de los alemanes, el que a la postre marcó la diferencia en ese decisivo cotejo.

Lo peor, eso sí, se dio en Estados Unidos 1994 cuando al ’10’ se le ocurrió organizar un sindicato mundial de futbolistas para protestar, entre otras cosas, por los horarios en que se jugarían los partidos de dicha cita: mediodía y con temperaturas de 40 grados Celsius.

Como era de esperar, la idea no le cayó en gracia a los dirigentes del planeta fútbol, ya que a ellos solo les importaba hacer calzar dichos encuentros con los horarios de más alta audiencia en Europa.

Lo importante era dejar contentos a los auspiciadores, por lo que las condiciones climáticas así como los riesgos físicos o médicos de los deportistas, se debían ir para un segundo plano.

Ante esto Grondona se vio obligado a romper el trato en su ‘protegido’. ¿El motivo? el empoderamiento de Diego Armando Maradona podía significar que la FIFA y sus negocios se vieran empañados.

La orden fue clara y concisa: había que callar al futbolista a como de lugar, y daba igual si para eso era necesario cortar su carrera para siempre. Saque sus propias conclusiones.