Hace más de dos años el mundo del fútbol conoció la triste historia del pequeño niño afgano Murtaza, fanático de Lionel Messi.

El pequeño, que vivía en una región (Jaghori) controlada hoy por los talibanes, alcanzó la fama en 2016 al hacerse viral una imagen suya posando con una ‘camiseta’ de Messi hecha de una bolsa plástica.

Tras esta postal se armó un operativo para que el menor conociera a su ídolo, y su sueño se hizo posible.

El Barcelona visitó Qatar en una gira publicitaria. Se midió con el Al-Ahli saudita y en la previa del encuentro Murtaza pudo reunirse con Messi, con quien compartió unos minutos.

El niño residía en el área más segura y pacífica en los últimos 17 años de conflicto, pero a principios de noviembre la relativa calma se esfumó cuando los talibanes invadieron la región.

Debido a esto, dos tercios de la población debieron huir buscando refugio. Murtaza y su familia estaban entre esas personas.

“Echo de menos nuestra casa en Jaghori, aquí no tengo un balón y no puedo jugar al fútbol o salir fuera”, lamenta hoy el niño desde Kabul, la capital de Afganistán.

Al pequeño se le llenaron los ojos de lágrimas cuando recordó los regalos que Messi le hizo en 2016. Debido al conflicto, Murtaza no pudo llevarse de su hogar las dos camisetas firmadas y el balón que el trasandino le regaló.

“Las dejamos detrás en Jaghori”, dijo a Sport. “No pudimos traerlas porque dejamos la casa durante la noche, y mamá me pidió que dejase la pelota y las camisetas”, agregó.

Si bien las fuerzas afganas han expulsado a los talibanes de la región, su familia no quiere regresar a su antiguo hogar.

Y es que tras su encuentro con Messi, Murtaza y su familia recibieron constantes amenazas pues pensaban que el astro del Barcelona les había dado mucho dinero.

“Después de que Murtaza conoció a Messi en Catar, la situación se volvió complicada y vivíamos con miedo, porque la gente de nuestro entorno pensaba que Messi nos había dado un montón de dinero”, explicó su hermano mayor, Humayoon Ahmadi, de 17 años.

Desconocidos merodeaban la casa durante la noche y sus familiares recibían amenazas telefónicas.

“A causa de todo esto, temíamos que le secuestraran y prácticamente encerramos a Murtaza en casa y no le enviamos a la escuela durante dos años”, añadió.

Las amenazas se hicieron insoportables y en mayo de 2016 abandonaron su hogar rumbo a Pakistán. Sin embargo, les negaron el asilo y debieron volver a Jaghori.

Posteriormente, debieron irse una vez más por la irrupción de los talibanes.

Dos años después, el pequeño no olvida la promesa que Messi le hizo en Qatar.

“Messi me dijo ‘cuando seas un poco mayor, arreglaré las cosas para ti"”, dijo Murtaza, quien lamentó que no ha tenido contacto con el jugador desde su último encuentro.

“Llévame contigo, aquí no puedo jugar al fútbol, aquí solo hay ‘daz-dooz"”, pidió, imitando el sonido de las explosiones y disparos.