Génova se ofreció como sede para la final histórica de la Copa Libertadores entre Boca Juniors y River Plate, postergada por violencia este fin de semana, anunció este lunes la alcaldía de la norteña ciudad italiana.
“Estimados presidentes, debido a los lazos históricos, culturales y deportivos con Buenos Aires, esta ciudad se siente profundamente conectada con esos dos clubes prestigiosos, fundados por nuestros compatriotas que emigraron a Argentina a principios del siglo XX”, escribió en una carta el asesor para el deporte de Génova, Stefano Anzalone, al ofrecer la ciudad, “su casa materna”, como sede para “albergar tan prestigioso partido”.
“Se trata además de una oportunidad para darle visibilidad internacional a Génova en este momento tan difícil”, reconoce el asesor al mencionar indirectamente el dramático derrumbe en agosto del Puente Morandi, que causó la muerte de 43 personas.
“Queremos renovar la profunda amistad que nos une históricamente a esos dos clubes”, agregó Anzalone, quien compara a los dos equipos argentinos con los de su ciudad, también históricamente rivales, Génova y Sampdoria.
La final histórica de la Copa Libertadores se encuentra en un verdadero limbo después de que fuera aplazada el sábado por hechos de violencia contra el plantel ‘xeneize’ y postergada el domingo por la Conmebol a una fecha por decidir.
Los presidentes de Boca, Daniel Angelici, y de River, Rodolfo D’Onofrio, se reunirán el martes en la sede de la Conmebol, en Paraguay, para buscar fijar una nueva fecha.
El partido de vuelta de la inédita final de la Libertadores había sido suspendido el sábado por el ataque al autobús de Boca Juniors, a pocas calles del estadio Monumental, con piedras, palos y gas pimienta por cientos de hinchas de River.
El mediocampista y capitán de Boca, Pablo Pérez, y el también volante Gonzalo Lamardo fueron los más afectados por las esquirlas de los vidrios rotos, al sufrir lesiones en los ojos que obligaron a su traslado a un hospital cercano del estadio.