Al tiempo que poderosas iglesias evangélicas de Nigeria captan a niños en las calles para montar un club de fútbol, con oraciones y dólares como reclamo, el resultado está garantizado: diez años después de su creación, el MFM Football Club juega en la élite nacional.

En el estadio Agege, en Lagos, el ritual es el mismo antes de cada partido. Un pastor reúne a los jugadores en los vestuarios para bendecirlos. Después, de rodillas y con las manos al cielo, entran en trance y se ofrecen a Dios… para garantizarse la victoria.

“Es un equipo cimentado en la fe. Solo buscamos nuestra fuerza en la oración”, asegura a la AFP el entrenador del equipo Geoffrey Aghogi, que no oculta sus ambiciones: “Queremos convertirnos en el Real Madrid de Nigeria, e incluso ¡en el Chelsea de este mundo!”.

Creado en 2007, el club que pertenece al Ministerio de la Montaña de Fuego y de los Milagros (MFM), potente institución evangélica, ha conocido un ascenso fulgurante cuyo secreto solo conoce Nigeria.

Cuando el pastor Daniel Kolawole Olukoya, fundador de la iglesia y apasionado del fútbol, decidió crear ‘su’ club hace una década, fue a los barrios más pobres de la palpitante megalópolis de 20 millones de habitantes en búsqueda de talento.

“Odio cuando los jóvenes caen en la delincuencia, la droga (…) sólo porque tienen demasiado tiempo para perder”, explica el religioso, que dice haber tenido una “visión hace unos años” que le incitó a trabajar para sacar a los jóvenes de los “vicios de este mundo”.

El equipo amateur logró proezas rápidamente y en 2014 ascendió a la primera división nigeriana, ganando además la ‘Copa del mundo de fútbol de la Iglesia’ en India. Tras alcanzar el subcampeonato en la pasada liga, el club se clasificó para la Liga de Campeones de la Confederación Africana de Fútbol (CAF).

‘Charlatanes oportunistas’

La caridad no es el único objetivo de esta iglesia fundada en 1989, que reivindica en la actualidad cientos de ramificaciones y millones de fieles en todo el mundo.

“La idea es también evangelizar”, admite este sexagenario, vestido con un elegante traje, cuyas apariciones son aclamadas por los fieles de su iglesia, que ocupa un barrio entero en Lagos. “Muchos de los jugadores no eran creyentes, algunos eran musulmanes, pero se nos han unido y se han vuelto serios”.

Los lazos entre el cristianismo y el fútbol nigeriano son evidentes, ya que este deporte fue introducido en el siglo XIX en este país africano, y en otros del continente, por misioneros católicos y protestantes procedentes de Europa.

“La Iglesia siempre ha jugado un papel muy importante en la propagación del fútbol en los colegios, en el marco de su ‘misión educativa’ en el continente”, recuerda David Goldblatt, autor del libro ‘The ball in round: A global history of football’ (‘El balón es redondo: Una historia global del fútbol’).

La MFM, como otras iglesias africanas que apuestan por este deporte, hace una “elección inteligente”. “Si quieres dirigirte a la juventud africana, ¿qué mejor manera que con el fútbol?”, se pregunta este periodista británico.

“La mayoría de evangelistas no son más que charlatanes oportunistas que pasan el tiempo a predecir resultados de partidos amañados” sin aportar nada al deporte, denuncia a la AFP. La diferencia, es que la “MFM realmente lo ha hecho. Lo han conseguido, ¡es un milagro!”.

Los mismos jugadores no ahorran elogios hacia su benefactor. Contrariamente a la mayoría de clubes de la primera división, gangrenados por la corrupción y la mala gestión, el MFM Football Club les trata bien.

Alojados y alimentados, los ‘Olukoya boys’ ganan hasta 2.500 dólares al mes y reciben sus salarios sin retraso. Un lujo en Nigeria.

“Muchos jugadores (en Nigeria) reciben sus pagas cada cuatro o seis meses”, explica el defensa Jonathan Zikiye, de 26 años.

A cambio de todo ello, la vida cotidiana en el MFM Football Club está regida por una normativa muy estricta: nada de alcohol, de drogas, ni tatuajes, tampoco joyas… sólo se promueven, tanto en la cancha como en la iglesia, “oraciones agresivas” a base de “¡Amén!” y de “¡Roguemos al Señor!”.