La tenista británica Katie Boulter, actual 39° del ranking WTA, fue protagonista de un emotivo momento en la TV de su país al desahogarse por las constantes amenazas y acoso que recibe a diario por parte de apostadores.
Boulter asistió al canal BBC y entregó su móvil a la periodista que la entrevistaba, para exhibir los mensajes que llegan a sus cuentas por su desempeño deportivo.
“Al principio de mi carrera, probablemente era algo que me tomaba muy a pecho. Recibir comentarios sobre mi aspecto, mi forma de jugar o muchas otras cosas… en cuanto a las amenazas de muerte, no es algo que quieras leer justo después de una derrota emotiva, ni siquiera muchas veces después de ganar. Depende de cómo haya apostado la persona”, lamentó al aire, según consigna Daily Mail.
El objetivo de la deportista, seguramente, fue conmover a los seguidores de la disciplina y provocar un cambio. Sobre todo, ad portas a Wimbledon, el torneo más emblemático de los ingleses y que genera un ‘peso extra’ entre los anfitriones.
En la actualidad, por ejemplo, no puede recibir mensajes directos porque su bandera está llena de amenazas. “Esto también puede estar en publicaciones, en tus mensajes directos, prácticamente en cualquier lugar, en Twitter, puede ser cualquier cosa”, añadió.
Las duras y crueles amenazas recibidas
La nacida en Leicestershire, además, rememoró los crueles mensajes que recibió tras perder un tiebreak en la última edición de Roland Garros. “Espero que tengas cáncer”, le deseó una persona.
Pero no sería todo. Otro sujeto le ordenó “comprar velas y un ataúd para toda su familia” con el dinero que, supuestamente, había recibido por dejarse perder. Un tercero, en tanto, la amenazó “con dañar la tumba de su abuela si no se moría mañana”.
“Vete al infierno, perdí el dinero que me envió mi madre” y “La jugadora más payaso de la historia, ¡Ibas 3-0 en el tie-break! ¿Cómo pudiste hacerlo así, maldita sea?”, le escribieron otros.
Al respecto, Katie Boulter manifestó con tristeza que “no creo que sea algo que le diría ni a mi peor enemigo, y mucho menos a nadie, ni siquiera lo pensaría. Es horrible, horrible. Es horrible, de verdad”.
“Realmente no sabes si esa persona está en el lugar. Realmente no sabes si está cerca o si sabe dónde vives o algo por el estilo”, agregó, lamentando “lo vulnerable que somos”.