A sus 18 años, la tenista británica Emma Raducanu venció el sábado a la canadiense Leylah Fernández en la final del Abierto de Estados Unidos culminando un incomparable torneo en el que no cedió un solo set partiendo desde la fase previa.

Hasta la británica, ninguna ganadora o ganador de un título de Grand Slam había arrancado su participación desde la fase de clasificación.

En la primera gran final para ambas, Raducanu superó a Fernández, de 19 años, por 6-4 y 6-3 en una hora y 51 minutos.

“Las dos estuvimos jugando un tenis sin miedo durante dos semanas”, dijo una radiante Raducanu en el podio de Flushing Meadows. “Espero que nos enfrentemos en muchos más torneos y ojalá en finales”.

Número 150 del ranking mundial, Raducanu es la ganadora de un Grand Slam más joven desde Maria Sharapova en Wimbledon de 2004 y la primera en vencer en el US Open sin ceder un set desde Serena Williams en 2014.

La reina Isabel II fue de las primeras en felicitar a la joven. “Es un logro excepcional a una edad tan temprana, y es testimonio de su duro trabajo y dedicación”, dijo en un comunicado.

Virginia Wade, la última británica en ganar un Grand Slam en 1977, y otras figuras como el ex tenista Tim Henman la observaban desde las gradas, pero Raducanu jugó totalmente ajena a las expectativas.

“No siento absolutamente ninguna presión. Solo tengo 18 años”, aseguró la ganadora ante los medios.

El éxito de Raducanu no eclipsó el épico recorrido en Nueva York de Leylah Fernández, apenas dos meses menor.

Desde el número 73 de la WTA, la hija y pupila del ex futbolista ecuatoriano Jorge Fernández fue capaz de eliminar a tres de las cinco mejores del ranking: Aryna Sabalenka, Naomi Osaka y Elina Svitolina.

“Todavía estoy decepcionada. Creo que esta derrota la voy a cargar durante mucho tiempo”, dijo la ambiciosa Fernández tras recoger el trofeo de subcampeona, con lágrimas cayendo sobre su perenne sonrisa. “Pero estoy muy contenta conmigo misma, con la forma en que he competido, y el juego que he hecho”.

“Espero volver a llegar a esta final y quedarme con el trofeo correcto”, aseguró al agradecer el apoyo que recibió del público durante todo el torneo.

Talentosas, osadas y multiculturales, Raducanu y Fernández hicieron vibrar a los 23.700 aficionados de Nueva York en el aniversario de los atentados del 11 de septiembre de 2001, cuando ninguna de ellas había nacido.

“Sé que es un día difícil para Nueva York y para todos en Estados Unidos y solo quiero decir que ojalá pueda ser tan fuerte y resiliente como lo ha sido Nueva York en los últimos 20 años”, expresó Fernández.

“Un sueño absoluto”

Nacida en Canadá pero criada desde los dos años en Londres, Raducanu era una desconocida en el mundo del tenis hasta que llegó a octavos de final en julio en Wimbledon.

En su segundo Grand Slam, esta hija de padre rumano y madre china arrasó con su arrollador tenis hasta encadenar 20 sets ganados y ninguno perdido en sus 10 partidos en Nueva York, tres de ellos en la fase previa.

Raducanu, que recibirá unos 2,5 millones de dólares de premio, dijo que se ha mantenido ajena al fenómeno que ha generado en su país.

“Es un sueño absoluto”, reconoció la joven. “Todavía no he revisado mi teléfono. No tengo ni idea de lo que pasa fuera del pequeño mundo en el que estamos”.

“Solo estoy tratando de disfrutar el momento”, afirmó. “Es el momento de desconectar de cualquier pensamiento futuro o de cualquier plan, de cualquier horario. No tengo ni idea. Ahora mismo, no me importa el mundo, solo estoy amando la vida”.

Dominio mental

La británica dominó el partido desde que rompió el servicio de su rival para avanzarse 2-0.

La británica se embolsó la primera manga después de 58 minutos y lo celebró pidiendo el apoyo de la grada, que en esta ocasión estaba respaldando más a la canadiense.

Flushing Meadows volvió a vibrar cuando Fernández resurgió salvando tres pelotas de quiebre en el segundo juego y rompiendo ella el saque de Raducanu en el tercero.

Pero Raducanu, inexpugnable en el aspecto mental, se esmeró en la devolución y recuperó su servicio acelerando hacia la meta.

Fernández salvó dos pelotas de partido y, caminando sobre el alambre, desplegó su mejor tenis de toda la final.

En medio de un ambiente eléctrico, Raducanu sufrió un corte en la rodilla izquierda al intentar devolver una pelota y, con pelota de quiebre para Fernández, el juego se tuvo que parar durante unos minutos para recibir atención médica.

La canadiense protestó por el parón y, al regreso a la cancha, perdió una segunda oportunidad de quiebre y Raducanu dio por zanjado el partido con un potente ‘ace’.

“No sabía cuán grave era su caída, por eso fui a ver al oficial”, dijo Fernández. “Fue una pena que ocurriera en ese momento, cuando yo tenía ese impulso. Pero es el deporte, es el tenis. Hay que seguir adelante”.