Hace algunos días, el 30 de abril precisamente, se cumplió un nuevo año de uno de los hechos más repudiados e impactantes en la historia del tenis.

En 1993 la serbia-estadounidense Monica Seles, entonces 1° del circuito mundial, enfrentaba a la búlgara Magdalena Maleeva por los cuartos de final del torneo de Hamburgo, Alemania.

Seles, nacida en la ciudad de Novi Sad, vencía con tranquilidad a su rival por 6-4 y 4-3 hasta que, desde las gradas, un hombre saltó a la cancha y la apuñaló en dos ocasiones por la espalda.

La impactante escena terminó con el retiro de Monica del torneo y la detención del alemán Günter Parche, acérrimo fanático de Steffi Graf, su compatriota y entonces rival de Seles por el número 1 del ranking de la WTA.

ARCHIVO | WTA
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“Monica ha tenido suerte. Ni el pulmón ni el omoplato han sido dañados. Solo ha resultado herido un músculo. Ella todavía está en shock y permanecerá en observación”, fue el parte médico de la serbia-estadounidense tras la agresión.

Si bien la cicatrización de Seles fue rápida y ya estaba disponible para volver a las canchas luego de unas semanas, la herida psicológica en la tenista de entonces 19 años cerró recién luego de 27 meses.

Hasta el ataque, Monica había ganado 8 torneos Grand Slam y otros 32 campeonatos en cuatro años, por lo que su promisoria carrera la situaba como la sensación en el circuito y candidata a ser una de las mejores de la historia.

Las dos puñaladas que recibió en Hamburgo, sin embargo, terminarían desatando una serie de problemas que cambiarían la vida de la novel tenista.

Captura de video
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“Mi mundo cambió en 1993”

“Estaba jugando en cuartos de final del torneo de Hamburgo contra Magdalena. Estaba bebiendo agua y de pronto sentí un dolor horrible en mi espalda. Me giré buscando de dónde venía el dolor y vi a un hombre detrás de mí levantando un cuchillo contra mí. Entonces me volvió a apuñalar…”, recordó Seles algunos años después.

Y es que mientras todos aguardaban por su triunfal retorno al circuito luego de la agresión, el tiempo pasó y pasó hasta que, en agosto de 1995, y con un físico muy distinto, Monica reapareció en el certamen de Montreal.

La jugadora sufrió de varios problemas psicológicos luego del ataque en Hamburgo, los que derivaron en un trastorno alimenticio llamado Bringe eating disorder (BED) o “trastorno de atracón”.

“Pensaba que si cogía peso no me volvería a pasar nunca lo que me sucedió… Empecé a cambiar la tortura en mi cabeza por la tortura en mi cuerpo”, contó Seles en 2013.

“Tan pronto como terminaba el entrenamiento, comía para dos semanas. En secreto, metía tanta comida en mi cuerpo como podía. Mi vida cambió en 1993”, agregó la serbia-estadounidense.

ARCHIVO | Punto de Break
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Regreso a medias

Pese a su notorios cambios, Monica no perdió su talento a pesar de su pausa de casi de 27 meses alejada del circuito.

Seles conquistó el torneo de Montreal y llegó a la final del US Open donde, por coincidencia, enfrentó a a Graf y cayó por parciales de 6-2 y 6-2.

A la siguiente temporada, la oriunda de Novi Sad se quedó por cuarta vez con el Abierto de Australia y su noveno y último Grand Slam, pero no volvió a ser la misma.

Pese a que se impuso en otros 21 certámenes, sus constantes cambios de peso y una depresión en 1998 luego de la muerte de su padre, terminaron por lapidar su carrera. En 2008, luego de varios intentos por retomar su nivel, Seles confirmó su retiro.

Monica no se ha alejado definitivamente de las canchas. Ha participado en varias exhibiciones y ha sido nombrada embajadora en el WTA Finals. Además, un año después de su retiro, fue incluida en el Salón de la Fama del tenis.

Una herida que, pese a que cicatrizó pronto, sigue abierta en la historia del tenis.

Revisa el video de la agresión a Seles: