El 2 de febrero de 2001, con apenas 19 años y seis meses, un desconocido Roger Federer conquistaba en la ciudad italiana de Milán su primer título ATP.

El suizo, entonces 27° del escalafón mundial, ratificó en el país de la península el alza que lo situaba como una de las grandes promesas del circuito luego de un intenso 2000, donde había llegado a las finales de Basilea y Marsella.

Aquel año, Roger comenzó a trabajar con Pierre Paganini, quien explotó el lado más físico del suizo, permitiéndole ascender más de 30 ubicaciones en la temporada.

Federer repitió el intenso trabajo en la pretemporada y, en enero de 2001, logró llegar a los cuartos de final en el ATP de Sydney y a la tercera ronda en el Abierto de Australia.

Ya en las canchas rápidas de Milán, ‘su majestad’ debutó ante el alemán Rainer Schuettler, a quien derrotó en parciales de 6-3 y 6-4 aunque con algunas dudas en su servicio.

El francés Cyril Saulnier fue el siguiente escollo de Roger. El galo le presentó más de un problema al suizo, ganándole el primer set por 2-6. Sin embargo, el joven jugador logró repuntar para quedarse con los siguientes parciales por 6-3 y 6-4, clasificando a los cuartos de final.

ARCHIVO | ESPN Tenis
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La tercera fue la vencida

Tras superar a Saulnier, Federer se mostró imbatible en Milán. Por la ronda de ocho mejores venció sin problemas al croata Goran Ivanisevic, a quien superó por un doble 6-4 en menos de una hora.

Por semifinales, el rival del suizo fue el ruso Yevgeny Kafelnikov, quien en ese momento figuraba dentro del Top Ten.

Roger se quedó con la victoria por 6-2, 6-7, 6-3 en una hora y 50 minutos, sellando así su quinta victoria ante jugadores dentro de los 10 mejores del circuito y su tercera final en el ATP.

En el duelo definitorio por la corona en Milán, en el camino de Federer se cruzó el francés Julien Boutter, a quien logró superar luego de dos horas y 20 minutos.

El partido fue para ‘su majestad’ por parciales de 6-4, 6-7 y 6-4, reflejando en el marcador lo parejo del encuentro que terminó con Roger festejando por primera vez en el circuito y anticipando lo que serían sus 103 títulos hasta ahora.

ARCHIVO | La Nación
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Regreso fresco pero triunfal

Pero la victoria de Federer en Milán no estuvo ajena a complicaciones. Y es que el suizo es humano -aunque a veces no lo pareciera- y, antes del partido decisivo, los nervios le pasaron la cuenta a él y su padre.

Según recordó el portal Punto de Break, aquel día Robert y Roger llegaron en el auto del padre del tenista al complejo deportivo pero, por la prisa y los nervios, dejaron las llaves dentro del vehículo.

Además, el sistema eléctrico de la puerta falló y dejó a los Federer sin la posibilidad de abrir el auto. Por lo anterior, ya con la victoria de ‘su majestad’ consumada, debieron encontrar la manera de abrir el vehículo.

Roger, aprovechando el impulso emotivo por el triunfo, golpeó una ventana con su puño y quebró el vidrio, permitiéndole a su padre ingresar al móvil y recuperar las llaves.

Así, los Federer emprendieron rumbo a Suiza, con el primer trofeo ATP en los brazos de ‘su majestad’ y una ventana rota. Un regreso triunfal pero muy fresco.