Bianca Andreescu, la prodigio canadiense de 19 años, se proclamó campeona este sábado del US Open al derrotar a la favorita Serena Williams, que buscaba empatar el récord de 24 títulos de Grand Slams.

Andreescu, debutante en el torneo y primera jugadora de su país en llevarse un torneo mayor, se impuso con parciales de 6-3, 7-5 en 1 hora y 40 minutos.

Williams llegaba a la final sólida, perdiendo solo un set en seis partidos disputados y empatando el récord de 101 victorias de la legendaria Chris Evert. Ahora se quedó, una vez más, a uno de igualar a Margaret Court en el número de Grand Slams.

Andreescu llegaba a la final invicta (9-0) ante jugadoras top 10, y Serena no pudo cambiar eso.

La estadounidense arrancó el partido con un ace, poco después de entregar el servicio con una doble falta ante una Andreescu que cometía pocos errores y estaba sacando muy bien.

No fue un golpe de suerte, en el primer set, la canadiense puso en aprietos de nuevo a la multicampeona en el séptimo game con cinco chances de quiebre -que supo salvar Williams-, antes de sí romperle para llevarse el primer set por 6-3, también con doble falta.

Mientras el primer saque de la estadounidense salía con mucha fuerza pero en falta o a la malla, la canadiense se movía tranquila por la cancha, haciendo correr de un lado a otro a su rival, que temprano comenzó a desesperar.

En su primer chance en el segundo set, otra vez dejó escapar su saque -de nuevo, doble falta- ante la sorpresa de la cancha central Arthur Ashe y de la propia Serena, que veía al cielo como pidiendo una explicación divina.

Control y golpe final

El primer quiebre llegó en el tercer game de la segunda manga: Andreescu, que ya había salvado quiebre el primer set, terminó cediendo a la cuarta amenaza en ese game, pero Williams no pudo ratificarlo, una vez más con un saque que no quería entrar a la primera y un retorno deficiente, por lo general largo.

Después de quebrar en el cuarto y sexto, entregó su saque teniendo punto para partido (40-30), con Williams rehusándose a entregar todos los récords que estaban en juego.

Y ahí se intercambiaron los papeles. Serena fue la que todos querían ver en el octavo y al reducir la ventaja a 5-3 se llevó una gran ovación, de quienes no estaban listos para irse ya, y se levantaron de sus asientos solo para aplaudirla cuando quebró, cómoda por fin, en 0-40, el siguiente.

El saque comenzó a entrar, aunque no del todo, pero la precisión volvió y sobre todo la confianza, pero ya había mucho daño y fue imposible remontar. Rompiéndole el servicio, como comenzó, la canadiense se llevó el título y acabó con el sueño de su rival, que por segundo año consecutivo se va de Flushing Meadows con las manos vacías.