Rafael Nadal derrotó este viernes en cuatro sets al ruso Karen Khachanov y clasificó a octavos de final del Abierto de Estados Unidos, pero el estado físico del español preocupa luego de que tuviera que vendarse la rodilla derecha y se le viera cojear en diferentes fases del encuentro.

Nadal, primer cabeza de serie y ganador en tres ocasiones en Nueva York, arrancó mal y con dolor pero fue remontando y mejorando para acabar imponiéndose en cuatro sets de 5-7, 7-5, 7-6 (9/7), 7-6 (7/3) en un maratoniano encuentro que duró cuatro horas y 23 minutos.

El español se medirá ahora en la siguiente instancia al georgiano Nikoloz Basilashvili, que se deshizo antes en cuatro mangas de 6-3, 6-4, 1-6, 7-6 (7/4) al argentino Guido Pella.

El sol se ocultó, el cielo se llenó de nubes y Nadal llegó a la contienda con la confianza que le daba haberse medido en cuatro ocasiones al ruso, habiéndolo barrido en todas ellas. Y ni siquiera había cedido un solo set.

Sin embargo, las cosas arrancaron mal desde el calentamiento. Las cámaras mostraron cómo el español se quejaba desde el vestuario de unas molestias en su rodilla derecha, que ya hicieron que se perdiera el final de la temporada 2017 y el principio de este año.

Así, visiblemente mermado, cedió su saque en el tercer juego y, aunque recuperó la desventaja, volvió a perderlo en el undécimo para terminar sucumbiendo por 5-7, con un esfuerzo titánico que le pasó factura físicamente.

No en vano, en el descanso, tuvo que recurrir al fisio para que le vendara la zona afectada.

Sus ocho “winners”, por los 23 de Khachanov, hablaban claro de la diferencia entre el uno y el otro. El ruso, además, acompañaba su acierto con ocho “aces”.

La segunda manga fue una lucha cerrada en la que la inexperiencia del ruso de 22 años resultó decisiva. Tras varios “breaks” y “contra-breaks”, con 5-6 en contra pero 40-15 a favor, cuando todo el mundo esperaba ya el desempate, Khachanov cometió dos dobles faltas que insuflaron de aire al español, que olió sangre y no perdonó.

Si en el primero la diferencia en los golpes ganadores era sustancial, en el segundo fueron los errores no forzados, con ocho para la primera raqueta del mundo y 14 para el 22º sembrado los que acabaron desnivelando la balanza.

Pero hubo poco espacio para la felicidad. El domingo aguarda en principio Basilashvili aunque, hasta ese momento, solo se hablará del estado de la rodilla del mallorquín.