¿Qué viene después del término de la carrera de un deportista? Vivir de sus rentas, ser parte de una marca deportiva, postularse a cargos directivos o ser entrenador, son solo algunos caminos que diversos rostros nacionales e internacionales han seguido.

De ellos, puede que el más común sea el que tiene relación con la enseñanza a las nuevas generaciones, o al menos así lo consideró Nicolás Massú, el medallista olímpico que hoy pasa sus días entre charlas, clínicas y entrenamientos con las futuras promesas del deporte.

“Estoy desde los cinco años en esto; a los 11 años me fui a entrenar a Villa Alemana con el Nano Zureta. Y estuve con él hasta los 21. Y cuando anuncié mi retiro, ya a las pocas semanas era capitán de la Copa Davis. Luego empiezas a pensar qué cosas quieres hacer, y así nació la idea de mi academia”, señaló Massú a El Mercurio.

El ‘Nico’ siempre quiso ser entrenador, lo tenía claro desde pequeño. Es por eso que cuando se le presentó la oportunidad de dirigir a nuestro país en un torneo tan importante como la Copa Davis, sintió que ya se daba por pagado.

“La Copa Davis es mi mayor motivación desde chico. Nunca olvido la primera vez que fui a un estadio y vi a la gente haciendo el ‘ceachei’. Hoy llevó casi cuatro años como capitán y es algo que me motiva mucho”, agregó el viñamarino.

Respecto a los objetivos que tiene para con esta nueva etapa de su vida, el doble medallista de oro en Atenas 2004, fue enfático en señalar que por ahora solo tiene en mente: ser el mejor del mundo.

“Ahora quiero ser uno de los mejores entrenadores del mundo. Y esto (la academia) quiero tenerlo para siempre. Pero también necesito de esa motivación del día a día, estar en los torneos importantes”, indicó el extenista.

Complementando con que “una cosa es sacar un niño, formarlo, saber que lo incentivaste bastante, pero otra es estar en los torneos importantes, los mismos donde estuve veinte años”.

Es por esto que el campeón mundial de tenis día a día lucha, para que los más de 20 niños que componen el grupo de elite de la academia puedan ser grandes como una vez lo fue él.

“Si el día de mañana estoy sentado en el box de Roland Garros o Wimbledon viendo jugar a uno de los chicos que ayudé, sentiré una alegría enorme”, concluyó.