Fue un duelo muy intenso, con unos cuantos enganchones entre los jugadores, pero con juego denso y poco vistoso, alejado casi siempre de las líneas de ensayo.
Sudáfrica se clasificó para la final de la Copa del Mundo de Rugby tras vencer este sábado por un apretadísimo 15-16 a una Inglaterra que fue por delante durante casi todo el partido, un choque épico en el que los “Springboks” solo lograron imponerse en los minutos finales.
Un golpe de castigo en el minuto 78 decidió para los africanos un duelo que rememoraba la final de hace cuatro años en Japón, que entonces se decidió por 32-12 para la selección arcoiris.
Hasta entonces, los ingleses habían jugado mejor sus cartas, haciendo bien lo que mejor se les da, y logrando anular el juego de sus rivales.
Fue un duelo muy intenso, con unos cuantos enganchones entre los jugadores, pero con juego denso y poco vistoso, alejado casi siempre de las líneas de ensayo.
De hecho, solo hubo un ensayo en el encuentro, de Sudáfrica, mientras que todos los puntos ingleses los anotó su infalible apertura Owen Farrell con golpes de castigo y un “drop”.
Inglaterra salió muy ambiciosa, con más energía en los balones altos y los saques laterales, lo que le permitió anotar muy pronto, ya en el minuto 3, con un golpe de castigo que Farrell envió entre palos.
Farrell aumentó la ventaja a 6-0 con otro golpe de castigo muy sencillo, cercano a palos y centrado (10′), tras una falta de Kolisi en un peligroso ataque inglés.
El XV de la Rosa, con más agresividad y ambición en su “pack”, sorprendía a los vigentes campeones del mundo, que parecían carentes de ideas y no lograban posesiones largas en ataque.
Los “Springboks” insistían en intentar llevar el balón con la mano, pero eran frenados por la solidez de la línea de los de blanco, que recuperaron numerosos balones a jugadores surafricanos placados.
Aún así, Suráfrica acortó distancias con un golpe de castigo anotado desde 40 metros por el irregular Mannie Libbok (21′). Pero en un partido tan intenso las faltas se sucedían y Farrell anotó otra para poner a su equipo 9-3 apenas dos minutos después.
Casi nada salía bien a los campeones del mundo, que no lograban hilvanar su juego, y que mediado el primer tiempo hasta habían perdido varios balones por sacar de forma deficiente desde el lateral.
Por ello, el técnico surafricano Jacquesw Ninaber decidió mover el banquillo antes del descanso en busca de soluciones, y ya en el minuto 31 dieron entrada al apertura titular del mundial de 2019, Handré Pollard, en un cambio temprano que sin duda fue duro para Libbok.
Pollard anotó un golpe de castigo en el minuto 35 acercar distancias, pero Farrell devolvió el golpe en el 40.
Al descanso, Inglaterra podía irse contenta de que su plan había funcionado y veía opciones de ganar, mientras que la mejor noticia para Suráfrica era que solo perdía por seis puntos.
La segunda parte comenzó con el mismo tono: Mitchell y Farrell modulaban el juego inglés y su heroica defensa, mientras los surafricanos seguían cometiendo errores de ejecución, algo sorprendente en una escuadra tan veterana.
La entrada de más cambios, especialmente el medio melé Faf De Klerk y el gigantesco segunda línea Rudolph Snyman (2,07 metros) pareció dar más solidez a los “Springboks”.
Y fruto de ello una acción muy rápida con una patada lateral de Pollard que fue seguida por una que Le Roux estuvo cerca de convertir en ensayo.
La respuesta inglesa volvió a ser inmediata. Un “drop” de Farrell llevó la ventaja a 15-6 (m.53), y los surafricanos se encontraban en una situación muy peliaguda, pues necesitaban ya más de un ensayo y su transformación para no perder.
Pero los ingleses seguían inabordables. Su defensa era infranqueable, con un enorme trabajo subterráneo en el suelo, y además se hacían con casi todos los balones divididos.
Suráfrica tiró de orgullo y en la única falla de la defensa inglesa Snyman anotó un ensayo, el único del choque, en el 69. Pollard no falló la transformación y se entró en los últimos diez minutos con un apretadísimo 15-13 en el luminoso.
Los “boks” echaron el resto, pero cada melé, cada “ruck”, eran una auténtica batalla. Y en una disputada melé el árbitro señaló un golpe de castigo lejano contra los ingleses.
Y a pesar de estar a casi 50 metros, el seguro Pollard no tembló y envió el oval entre palos para poner por primera vez a su selección por delante (15-16 en el minuto 78).
Los últimos minutos fueron feroces, con los ingleses intentando acercarse para intentar al menos uno de sus temibles “drops”, mientras los “boks” les frenaban como podían sin cometer faltas que les expusieran a otro golpe de castigo de Farrell.
Al final, Sudáfrica se medirá en la final del sábado próximo a Nueva Zelanda en un duelo por el mayor número de coronas mundiales (ambos equipos están empatados a tres títulos).
Y los ingleses tendrán que jugar la tercera plaza contra Argentina, tras lo que es sin duda la amarga decepción de que su dominio estratégico durante casi todo el duelo no dio sus frutos por tan poco.