Irlanda lució su chapa de candidato al título y, en un duelo clave del Mundial de Rugby, aplastó a una Escocia que quedó eliminada del torneo. En cuartos de final, el 'Trébol' se medirá a Nueva Zelanda.

La selección de Irlanda dejó claro el porqué de su condición como número uno de la clasificación mundial, tras certificar este sábado su clasificación para los cuartos de final del Mundial de Rugby, en los que se medirá con Nueva Zelanda, con una contundente victoria (36-14) sobre Escocia, que se despidió del torneo.

Todo lo contrario que el XV del Trébol, vigente campeón del torneo Seis Naciones, que parece en disposición de romper en Francia el “maleficio” de los cuartos de final, el muro en el que los irlandeses se han estrellado en ocho de las nueves ediciones mundialistas disputadas hasta ahora.

Sobre todo si los de Andy Farrell muestran ante los All Blacks la misma solidez que exhibieron este sábado ante Escocia en Saint-Denis, en un choque en el que los verdes no sólo mostraron una defensa granítica, sino también un ataque demoledor.

Tal y como quedó claro a los dos minutos de juego con el try de James Lowe que firmó la primera de las cuatro marcas, dos de ellas obra del zaguero Hugo Kennan, que el conjunto irlandés logró en la primera mitad y que dejaron prácticamente sentenciada (26-0) la contienda.

Pero esta Irlanda si por algo destaca, como ya demostró tras desactivar al famoso “bomb squad” sudafricano en la victoria (13-8) sobre los Springboks, es por la fortaleza de su defensa.

Un muro impenetrable que acabó con cualquier opción de victoria del equipo escocés, que no consiguió anotar hasta el tramo final de la segunda mitad, cuando Irlanda con una ventaja de 31-0 dio por finalizado el encuentro con un sinfín de cambios.

Circunstancia que no desaprovechó Escocia para maquillar el marcador final (36-14) con dos ensayos de Ewan Ashman y Ali Price, que no impidieron a Irlanda acceder a los cuartos de final del Mundial de Rugby con pleno de victorias y líder indiscutible del grupo B.

Todo un aviso para Nueva Zelanda, campeona en los años 1987, 2011 y 2015, que deberá mostrar el próximo sábado en el estadio de Francia su mejor versión si no quiere sucumbir ante una Irlanda que se perfila como el principal aspirante para levantar la copa Webb Ellis, el próximo 28 de octubre en París.

Una final en la que también aspira a estar Sudáfrica, la defensora del título, que se vio relegada a la segunda plaza del grupo B tras el triunfo irlandés, lo que condenará a los Springboks a medirse con Francia, la anfitriona, en los cuartos de final.