El boxeador filipino Manny Pacquiao (40), único campeón del mundo en ocho divisiones de boxeo, venció el sábado de forma unánime al estadounidense Adrien Broner (29) en el MGM Grand de Las Vegas.

Aunque Pacuiao terminó con una lesión en la cornea provocada por la cinta del guante de su rival que laceró su ojo izquierdo en uno de los amarres que hizo Broner para detener a “Pac Man”, el púgil asiático se mostró en gran condición física aparentando 10 años menos y retó a Floyd “Money” Maywheather, que estaba presente en el público y que no quiso responder al desafío.

En su primera defensa del título de la WBA peso welter, Pacquiao se mostró rápido, descargando su batería de golpes clásicos y combinaciones, aunque su rival se plantó en el centro del ring. Broner devolvía con rapidez y no dejaba entrar y salir el ataque de Manny, conocido por su táctica de golpes desde distintos ángulos.

En este escenario, el filipino, como es su costumbre, se metió entre los guantes de su rival, intercambiando golpes hasta acertar esa izquierda relampagueante, que hizo tambalear un par de veces al boxeador de Cincinnati.

Quizás sus piernas ya no son las de ese joven que recorría todo el ring persiguiendo a su rival, concretando esas recordadas obras de demolición que sorprendieron al mundo frente a Óscar de la Hoya, o frente al mexicano Antonio Margarito muy superior en altura (1.80) pero que terminó la batalla con una fractura en su rostro.

De hecho en esa misma instancia fue donde el propio Pacquiao reconoció también que los golpes más duros que recibió fueron en esa pelea donde “no sabe cómo sobrevivió”, siempre en desventaja con su estatura de 1.66 mts.

Historia aparte son las cuatro sangrientas y verdaderas “peleas del siglo” que sostuvo con Juan Manuel Márquez, en donde siempre mandó a la lona a su rival en algún momento del combate, pero que dejan como recuerdo el knock out a Manny en 2012, en donde el mexicano estaba con su tabique nasal deformado y una profusa hemorragia, cuando vino ese derechazo que derribó al Pac-man y a su exceso de confianza.

¿Por qué seguir peleando a los 40?

Hoy Pacquiao, senador de Filipinas, hombre de familia y padre de cinco hijos, a pesar de ser un ídolo nacional, actor y cantante, sigue peleando y defendiendo sus títulos. Reconoce que es feliz en el boxeo llevando a la vida real ese axioma que dice que “los luchadores luchan”, deben luchar, así como cada uno tiene su propósito en la vida.

Nadie sabe si en el sótano de su alma, Emmanuel Dapidrán Pacquiao, quiere espantar a golpes los monstruos de una infancia difícil, en la pobreza extrema, en donde tuvo que mudarse a Manila para ganar dinero peleando y ayudando a su madre y a sus cinco hermanos.

En el ring se defiende como un felino y ataca como una serpiente, invita a su rival a pelear como en la calle, recibe un golpe y él contesta dos, contrataca como si supiera artes marciales. Al estilo de las mejores películas de Bruce Lee, estudia a su rival y cuando menos se espera lanza los golpes más certeros.

Pero antes y después de la pelea es un tipo sonriente, abraza a su rival, ora en su esquina, agradece a Dios en Instagram por sus victorias.

Entrena con su equipo en las calles, sale a correr con lluvia y con un fardo de billetes para quienes se le acercan, pero no pierde su concentración y disciplina.

Luego, en su casa de Los Ángeles comparte con su equipo en un ambiente familiar, especialmente con su carismático entrenador Freddie Roach, con quien tuvo una reciente y breve separación.

Freddie, aquejado del mal de Parkinson entrena en el ring con Pacquiao, lo que parece resultar como método paliativo a la invasiva enfermedad, mientras Manny parece tener más precisión en los golpes entrenando con su amigo exboxeador.

El último ídolo

Hoy el boxeo ha perdido popularidad frente a las artes marciales mixtas y otras disciplinas y espectáculos, pero demostraciones como las que ha dado Pacquiao, incluso ingresando al ring con la icónica canción de Rocky Balboa “Eye of the Tiger” en su reciente pelea, nos traen a la mente grandes momentos del boxeo mundial y nacional.

La menuda figura del asiático recuerda por momentos la pegada y ataque frontal de Martín Vargas, por qué no decirlo, o la inteligencia para resistir y dar vuelta una pelea del actual Campeón Latinoamericano de peso Super Mosca, el joven chileno Miguel “Aguja” González.

En cada golpe la gloria o la derrota, el retiro o el triunfo, y mientras tanto queremos que el campeón de la gente y del pueblo siga pegando, pegándole a las injusticias de la vida, buscando esa mano desde arriba que ayude a que en algún momento la balanza se equilibre a favor del que más ha sacrificado por ganar.