Resumen generado con una herramienta de Inteligencia Artificial desarrollada por BioBioChile y revisado por el autor de este artículo.
Elena Mukhina, prodigiosa gimnasta soviética, vio truncada su carrera a los 19 años por las presiones del régimen comunista. Obligada a realizar un salto peligroso que la dejó tetrapléjica, fue utilizada como símbolo de superioridad en la Guerra Fría. Criada por su abuela tras tragedias familiares, destacó en el CSKA Moscú y superó a Nadia Comaneci. Una lesión previa, silencio cómplice y exigencias extremas la llevaron a un trágico final en 2006.
Estaba destinada a ser la nueva estrella mundial de la gimnasia, pero las presiones del régimen soviético llevaron a Elena Mukhina a la tragedia.
Con apenas 19 años y los Juegos Olímpicos de Moscú 1980 como gran objetivo, la prometedora deportista sucumbió a las exigencias de personas que jamás se interesaron por ella y que solo la utilizaron como un emblema de superioridad en años de la Guerra Fría.
Forzada a realizar un salto que ninguna mujer pudo realizar, y que hoy está prohibido en competencias masculinas y femeninas, Elena fue condenada a pasar el resto de su vida tetrapléjica en una silla de ruedas.
Mukhina nació el 1 de junio de 1960 en Moscú y su vida, rápidamente, se tornó difícil. Su alcohólico padre la abandonó y su madre murió en un incendio cuando la futura gimnasta apenas tenía cinco años.
Criada por su abuela desde temprana edad, Elena se refugió en el patinaje y la gimnasia artística hasta que, con 12 años, fue reclutada por el CSKA Moscú merced de su habilidad en las acrobacias.
De acuerdo al IGHOF, la joven fue dirigida en el equipo capitalino por el antiguo campeón Mikhail Klimenko, quien prometió convertirla en la mejor atleta de toda la Unión Soviética.
Pero Klimenko aspiraba a más. Porque tenía que hacer más. La irrupción de la rumana Nadia Comaneci, con su rutina perfecta en los Juegos Olímpicos de Montreal 1976, fue un durísimo golpe para los rusos de cara a Moscú 1980.
“Los soviéticos imaginaban a una heroína local como la estrella de esas Olimpiadas”, detalló el sitio especializado The Medal Count. Y la llamada a ser esa súper humana era, precisamente, Elena Mukhina.
La joven rusa llegó a igualar y superar los registros de Comaneci, a quien privó del oro en el Europeo de Gimnasia de 1977 y el Mundial de Estrasburgo 1978.
En Francia, de hecho, la promesa soviética cosechó cinco medallas (tres de oro) y lideró a su equipo al primer lugar. La ilusión de la potencia comunista no podía ser mayor de cara a los próximos Juegos Olímpicos.
Lesión y tragedia
Mikhail Klimenko decidió aumentar las exigencias en los entrenamientos de Elena: ganar el oro en casa no era solo una alternativa, sino una obligación para dejar en claro la superioridad del sistema soviético al mundo entero.
Así, fue incorporando elementos de la gimnasia masculina a las rutinas de Mukhina, incluido el peligroso “Salto de Thomas”.
La maniobra, creada por el estadounidense Kurt Thomas, requiere alcanzar altura suficiente para realizar un doble mortal hacia atrás con una vuelta y media que termina con un rodamiento hacia adelante.
Pero durante su preparación al Mundial de Estados Unidos 1979, Elena sufrió una fractura de pierna y puso en jaque todo el plan de Klimenko y los soviéticos.
La gimnasta alcanzó a estar dos meses enyesada, pero fue obligada a ser sometida a una cirugía para acelerar la soldadura de los huesos y que retornara a los entrenamientos -ahora intensivos- mucho antes de lo médicamente recomendado.
Así, durante una concentración en Minsk (Bielorrusia) a solo semanas de los Juegos de Moscú, la pierna convaleciente de Mukhina falló mientras ensayaba el “Salto de Thomas” y su promisoria carrera acabó.
Según detalló la IGHOF, Elena sufrió una rotación insuficiente, aterrizó sobre la barbilla y se dañó gravemente la columna vertebral, quedando tetrapléjica.
Silencio y complicidad
“Mi lesión podría haberse anticipado. Todos sabían que no estaba lista para ese salto y guardaron silencio. Nadie se detuvo a decir que parara”, relató Elena Mukhina años después.
La promisoria gimnasta rusa se volvió una reclusa en libertad. Los soviéticos ocultaron las circunstancias del accidente durante los Juegos Olímpicos y las preguntas sobre su ausencia fueron silenciadas durante el certamen. Mikhail Klimenko, por su lado, huyó a Italia.
Elena volvió a los cuidados de su abuela, esta vez en una silla de ruedas e incapaz de mover sus extremidades. Pese a su compleja situación, logró asesorar a nuevas deportistas y participó como comentarista en televisión.
Mukhina vivió hasta los 46 años, cuando problemas derivados de su tetraplejia provocaron su fallecimiento en 2006.
El COI le otorgó la honorífica Orden Olímpica pese a que, por el insaciable deseo de medallas de oro de la URSS, jamás pudo competir en unos Juegos. El “Salto de Thomas” fue prohibido de la gimnasia masculina y femenina en 2017.
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