La atleta nacional Macarena Orellana, que rechazó la ayuda del empresario Andrónico Luksic, está en Egipto, donde llegó gracias a aportes de personas anónimas. La destacada luchadora de kickboxing se prepara para el mundial, en el que asegura que va por el oro.

La luchadora chilena de kickboxing Macarena Orellana está en Egipto, donde llegó gracias a su talento y pudo costear los pasajes con aportes de varias personas anónimas que la ayudaron tras una campaña en redes sociales. Desde África, asegura que luego de todo el proceso antes de llegar al mundial se dio cuenta que “El balance más importante es sentir que no estoy sola”.

El 14 de agosto ‘Maquinita’ Orellana lanzó una campaña en twitter para buscar apoyo económico. Fue así como apareció el empresario Andrónico Luksic para ofrecer su ayuda, que la atleta rechazó. “Primero Andrónico, no confío en tu filantropía, si quisieras ayudarme y tu deseo fuera de buena voluntad, habrías depositado en la cuenta que se hizo pública. Sin embargo, intentas utilizar mi necesidad económica para limpiar tu imagen (la de alguien que ha destruido el ecosistema de este territorio y con ello precarizado la vida de miles de personas)”, fue parte de la larga respuesta que dio Orellana para rechazar la ayuda.

Han pasado más de dos meses y ahora la destacada luchadora está instalada en Egipto, a la espera de su debut en el Mundial, al que pudo llegar gracias a la ayuda de gente anónima.

En conversación con Página 7, Macarena Orellana explica que “Pude venir con mi preparador físico, pagar el viaje de él y el mío, y también pude aportar con un monto para la selección, ya que llegó más apoyo del que necesitaba. Pude distribuir ese dinero a distintas personas de la selección, a un fondo común que ha ayudado a pagar diversos gastos”.

Pese a que reconoce que la polémica con el empresario generó ruido en las redes sociales y medios de comunicación, prefiere dejar ese episodio atrás: “No quiero seguir hablando de eso, porque pienso que mi carrera deportiva se sostiene por sí misma. La polémica con él fue un incidente que sirvió para dar visibilidad, o para posicionar desde qué lugar veo yo el deporte, pero no define mi carrera como deportista o activista”.

Haciendo un resumen de lo que le ha tocado vivir en los últimos meses, recoge los aprendizajes. “Fue muy heavy, porque decidí de manera tardía sumarme a la selección, porque pensé que era imposible conseguirme el dinero. Estaba cansada de tener que endeudarme y a veces me daba un poco de vergüenza tener que recurrir todos los años a ese apoyo”, lamenta.

“Mi mayor aprendizaje es sentir que esta rabia que me habita por las injusticias que hay en el país, por las desigualdades, es una rabia compartida con otras personas. Me sentí muy apoyada, muy respaldada e identificada con mi sentir. El balance más importante sentir que no estoy sola“, añade.

En el plano deportivo, Orellana demuestra que tiene hambre de aún más gloria. “Mi objetivo y el de toda la selección es ir por el oro. Mi cabeza está puesta en esto, he entrenado sin parar por muchos meses. La gente no se imagina: uno entrena 3 o 4 veces al día, durante 6 meses, para pelear seis minutos en el ring. Y eso desgasta en términos emocionales, pero estoy lista”, advierte.