Algunos no creían que fuera posible pero, contra todo pronóstico, los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 están en pleno apogeo. Aunque, claro, con estadios casi vacíos y con medidas anticoronavirus en la Villa Olímpica. No obstante, el principio central de las Olimpiadas sigue siendo el mismo: una competición entre los mejores atletas del mundo. Con ello llegan las preocupaciones sobre el dopaje.
Para que los JJ.OO. sean justos y garanticen que los atletas no usen sustancias ilícitas para mejorar su rendimiento, la Agencia Internacional de Control (AIT), supervisada por la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), está “dirigiendo en Tokio 2020 el programa antidopaje más amplio jamás implementado en una edición de los Juegos Olímpicos”, según sus propias palabras.
Un deportista que da positivo por dopaje puede ser expulsado de su disciplina por varios años, además de perder las eventuales medallas que haya ganado en ese periodo. Parece justo, pero, ¿y si ese deportista nunca utilizó agentes dopantes intencionalmente?
¿Dopaje a través de un apretón de manos?
Una investigación de la cadena pública alemana ARD reveló que ciertos agentes dopantes pueden transferirse por el simple contacto a través de la piel. Basta con un breve apretón de manos o una palmada en el hombro. Los nuevos descubrimientos son la pieza central del documental llamado “Doping Top Secret – Guilty”.
El equipo de reporteros liderado por Hajo Seppelt descubrió en 2016 la posibilidad de dopaje por contacto con la piel. Los investigadores realizaron un experimento en colaboración con la Universidad del Deporte Alemana de Colonia y el Instituto de Medicina Forense del Hospital Universitario de Colonia.
A doce hombres de entre 18 y 40 años se les aplicó una pequeña cantidad de esteroides anabólicos en la mano, el cuello y el brazo. En las semanas siguientes, los participantes en el ensayo suministraron al laboratorio diversas muestras de orina.
Los expertos no se esperaban estos resultados
Los 12 hombres dieron positivo por dopaje. Sus muestras indicaron que habían consumido sustancias ilegales, aunque nunca ingirieron nada. Las sustancias prohibidas aún podían rastrearse en algunas de las muestras de orina que los participantes entregaron hasta dos semanas después de la aplicación de los agentes dopantes en su piel.
“No me lo habría esperado de esta manera, especialmente el hecho de que los rastros fueran visibles durante tanto tiempo”, dijo a DW el Dr. Martin Jübner, toxicólogo forense del Instituto de Medicina Legal del Hospital Universitario de Colonia.
El principio de responsabilidad objetiva
Los expertos sugieren que los hallazgos pueden dar lugar a cambios en la forma en que los tribunales deportivos tratan las acusaciones de dopaje. Tal como están las cosas, el sistema utilizado con las acusaciones de dopaje no es, como en el derecho penal, “inocente hasta que se demuestre lo contrario”, sino exactamente lo contrario.
En el deporte existe un principio de responsabilidad estricta que dice que cuando un atleta da positivo por sustancias prohibidas, primero se presume que se dopó para obtener una ventaja deportiva injusta. Y si el deportista afirma que no lo hizo voluntariamente, es él quien debe demostrar su inocencia.
Por lo demás, para la AMA, un atleta dopado obtuvo indiscutiblemente una ventaja injusta. Demostrar que un atleta no se dopó a propósito puede evitarle después la vergüenza pública de ser expulsado de su disciplina, pero la institución sigue considerándolo injusto.
¿Necesita el deporte un sistema totalmente nuevo?
Si es así de sencillo producir un test positivo en un atleta, ¿cómo se le puede pedir que demuestre su inocencia? Sería casi imposible señalar que un contacto físico en particular podría haber sido responsable del agente dopante en su cuerpo.
Sin embargo, según Jübner es posible “determinar cómo llegó una sustancia al cuerpo. Eso es algo que realmente tenemos que mirar”.
El documental podría presionar mediáticamente a la AMA y a los tribunales deportivos internacionales para que reexaminen sus sistemas, aunque es poco probable que hayan cambios. En 2020, cuando un equipo de científicos italianos publicó un estudio que también obtuvo un resultado similar, no hubo muchas reacciones.