La destacada nadadora de aguas gélidas, la ‘sirena de hielo’ Bárbara Hernández, relató cómo fue su experiencia tras cumplir con uno de los retos más difíciles de su carrera como deportista: el cruce del Canal Molokai en los mares hawaianos.

En conversación con el Expreso PM, Bárbara comentó que cuando solo le quedaban seis kilómetros para terminar, una medusa le picó en su pierna, dificultando las cosas.

“Eran dos fragatas portuguesas, no nos enteramos hasta el final, no era cualquier medusa. Cuando terminé de nadar me vieron la pierna y nos asustamos un poco”, partió diciendo.

“Por suerte, como terminé de nadar esas cuatro horas con la picada, luego me fui recuperando súper bien. Duele un montón, no es una medusa normal, sentí porque era un dolor… Como que te pasa el músculo, me dio un calambre bien grande y luego me rozó otra por arriba. Esos últimos seis kilómetros seguí nadando hasta alcanzar la otra orilla con 15 horas 41 minutos”, agregó.

La ‘sirena de hielo’ aclaró que jamás pensó en retirarse, pues pese al dolor el objetivo seguía claro.

“Si podía mover los brazos, mientras pueda moverlos todo bien. Por mi cabeza nunca pasa la posibilidad de abandonar, por eso es importante el equipo que me acompaña, porque ellos toman la decisión si me sacan o no”, declaró.

Sin embargo, no solo habían medusas en la zona. Tiburones asechaban en el mar y el capitán del barco que acompañaba a la nadadora debía esquivarlos.

“Es un nado muy extenso, nadamos en la mitad del océano, de noche. Había fauna marina, habían tiburones. El capitán los va esquivando un poco, tiene su propio radar. Era bien complejo, fueron dos delfines, cuando los sentí me quedé más tranquila porque no habían tiburones por ahí”, confesó.

Respecto a la picadura, el dolor fue en aumento pero Bárbara no se rindió y siguió nadando. De hecho, confesó que su tolerancia al dolor le ayudó a terminar la prueba.

“Por suerte no soy alérgica, yo seguí nadando y no me rendí, mientras pueda nadar y no respire bajo el agua, porque vengo representando a Chile. Es la tolerancia al dolor, mi umbral es más alto, eso de nadar en hielo en condiciones extremas, hacen que mi umbral sea distinto. Además manejo muy bien mi cabeza y pensamientos”, cerró.