“Nuevos campeones”. Así nombró el Comité Olímpico de Chile a los atletas que, en la pandemia por el Covid-19, se encuentran trabajando en la primera línea de los centros de salud.

Fueron 11 los deportistas de diferentes disciplinas quienes recibieron una medalla y fueron destacados en el marco de las celebraciones de la “Semana Olímpica”.

Cuatro de ellos, en conversación con Página 7, contaron cómo han sido sus días en la lucha contra el Covid-19 y lo más difícil que les ha tocado enfrentar.

“Hay hartas cosas difíciles, partiendo por irme de mi casa. No es fácil irse de la casa en una situación como ésta, donde no sabes si vas a volver a ver a tu familia”, partió contando Francisca Tala, jugadora de hockey césped.

“También el ver morir a mucha gente en la UCI no es fácil; y las diferencias que existen entre el sector público y privado”, agregó la atleta, quien también se desempeña en la Unidad Crítica Covid (UCC) del Hospital Clínico de la Universidad de Chile y en la UCI del Hospital Barros Luco.

Por su parte, la fisicoculturista Macarena Figueroa, quien trabaja en el CESFAM Cirujano Videla de Iquique, vacunando en terreno, recalcó que lo más complicado ha sido “ver a muchos amigos, colegas y familiares contagiados y que algunos de ellos estén graves en la UCI o algunos fallecidos”.

El gimnasta Juan Raffo, por otro lado, indicó que “es difícil lo que uno vive en el hospital. Es súper duro darse cuenta de que si no fuera por una videollamada, los pacientes no hubieran tenido un último contacto con su familia. Muchos pacientes están muriendo solos, asustados, eso es súper duro”.

Raffo, cabe recordar, es voluntario en el Hospital del Salvador, conectando a los pacientes con sus familiares a través de videollamadas.

Por último, la también jugadora de hockey césped Natalia Salvador, sostuvo que “en las últimas semanas empezó full y tuve que hacer cosas que nunca imaginé que iba a hacer sola”.

La trabajadora de la Clínica San Carlos complementó que “no estaba acostumbrada al juego entre la vida y la muerte. Lo más doloroso es ver al paciente, que lleva tres semanas conectado y que no se recupera; y lo otro, cuando el paciente está consciente, en Cuidados Intensivos, de que tiene un tubo metido por la boca hasta los pulmones”.

“A veces hay que amarrarlos, porque no se pueden agitar ni sacarse ningún cable. Esa desesperación de los pacientes es lo más fuerte que me ha tocado vivir”, sentenció Salvador.