El excilista estadounidense, Lance Armstrong, fue diagnosticado en 1996 con un cáncer testicular y dos años después volvió a las pistas, ganando siete Tour de Francia consecutivos, convirtiéndose así en una leyenda del ciclismo.

Sin embargo, en 2012 la Agencia Antidopaje de Estados Unidos lo acusó de dopaje sistemático y lo despojó de sus siete medallas, además de suspenderlo de por vida.

Su caso generó múltiples reacciones en el mundo del ciclismo, pues se caía la imagen de un ídolo de este deporte.

Ahora, en una entrevista a ESPN donde promocionó su documental que se estrenará el 24 de mayo, el exdeportista decidió contar su verdad.

“¿Si enfermé a causa del uso de sustancias dopantes? No puedo asegurar que no sea así. Las hormonas del crecimiento tienen un efecto estimulante del crecimiento en algunos tipos de células y se utiliza para fomentar cosas buenas, pero, ¿no tendría sentido que, si esas células tuvieran algo malo, también se fomentara?”, confesó.

“La primera vez que tomé la hormona del crecimiento fue en 1996. La primera vez que me dopé diría que fue con 21 años. En mi primera temporada como profesional ya tomaba cortisona. El EPO era otro nivel”, agregó.

“No quiero que sirva de excusa, pero todo el mundo lo hacía y yo hubiese ganado igualmente estando limpio”, cerró.