El 24 de marzo de 1975, Muhammad Ali, el para muchos mejor boxeador de la historia, obtendría la victoria más bochornosa de su carrera ante el “Rocky de la vida real”.

Y no por incurrir en alguna trampa, provocación o contar con la ayuda del árbitro o las tarjetas, sino que por derribar en el máximo de rounds a un contrincante semi retirado al que había prometido acabar en un solo asalto.

Chuck Wepner, quien hasta entonces sumaba un récord de 35 victorias, 14 derrotas y 2 empates a sus 37 años, peleaba en pequeños clubes aprovechando sus últimos cartuchos como pugilista profesional.

Por suerte, gracias a las gestiones de Don King, el ‘Sangrador de Bayonne’ (reconocido por la facilidad con que se abrían sus cejas en los combates) consiguió en 1974 una pelea para la citada fecha con George Foreman, quien ostentaba el título mundial de pesos pesados.

Sin embargo, Foreman perdió su cinturón ante Ali el 20 de mayo de 1974, razón por la que ‘The Greatest’ estaba obligado a enfrentar a Wepner en su primera defensa de su flamante título.

Por ‘The Bayonne Bleeder” nadie daba un peso, y las apuestas apuntaban a cuánto sufrimiento aguantaría Wepner. Ali, por su parte, ya reconocido por su provocaciones, no tardó en enviarle recados a su rival antes de la pelea.

“Cuando te enfrentes a Muhammad Ali te preguntarás ‘¿por qué estoy aquí?’. No tienes opción, no hay forma en el mundo de que me ganes. ¡Voy a barrer el ring contigo!”, fanfarroneaba el oriundo de Kentucky en las actividades antes del combate. A nadie se le pasaba por la cabeza lo que ocurriría la noche del 24 de marzo.

ARCHIVO | AS USA
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“Quiero ver qué tienes, blanquito”

Wepner tenía muy claro que sus opciones de batir a ‘The Greatest’ eran muy bajas y, por lo mismo, ideó un plan junto a su equipo para resistir la mayor cantidad de rounds posibles.

El Coliseum at Richfield, en Ohio, estaba atestado de fanáticos del boxeo sedientos de sangre. Todos querían ver a Ali aplastar a su contrincante y presenciar en primera persona al más grande de todos los tiempos.

“Sonó la campana del primer round y salí a perseguirlo de inmediato. Había una estrategia que teníamos preparada desde antes de la pelea: íbamos a tratar de sacarlo de quicio”, reveló Wepner años después, al recordar la pelea.

“Debía meterlo en una riña y sacarlo de su plan de combate. Y la única manera en que podíamos hacer eso era enfadándolo de verdad, así que ahí estaba, presionándolo y dándole golpes en la cabeza y en el cuerpo”, añadió ‘The Bayonne Bleeder’.

Los asaltos pasaban y Ali estaba cada vez más inquieto. Sus jabs no conectaban y aguantaba los golpes de Chuck a los que rápidamente respondió con provocaciones.

“Hablaba, nunca dejaba de hablar. Me decía ‘vamos, déjame ver lo que tienes blanquito’. Y otros insultos que prefiero no repetir”, detalló Wepner.

Ya en la séptima manga los golpes de Muhammad comenzaron a surgir efecto. El cansancio comenzó a notarse en un Chuck que ya sangraba de sus cejas y recibía castigo en cada reparto de golpes entre ambos.

Pero en el noveno round llegó lo impensado. Ali intentó conectar un poderoso jab pero falló y, tras cartón, Wepner le asestó un derechazo cerca del corazón que tumbó al campeón. El público se paró de sus asientos y comenzó a vitorear a ‘The Bayonne Bleeder’.

Mientras, el monarca se ponía de pie incrédulo y enojado. Chuck había conseguido su objetivo inicial, pero no estaba preparado para lo que vendría.

ARCHIVO | Cordon Press
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El orgullo del campeón

Ali, por tercera vez en su carrera, caía al suelo del cuadrilátero. Una mano blanca lo había tumbado y, la vergüenza que implicaba que un peleador semi retirado lo noqueara, despertó su orgullo.

El campeón inició una ofensiva sin piedad, conectando varias series de golpes ante un Wepner que lucía agotado y apenas veía por la sangre en su rostro. El oriundo de Bayonne se esforzaba al máximo por levantar los brazos y cubrirse pero, aún así, logró forzar el decimoquinto y último round.

El ambiente en el Coliseum at Richfield era estruendoso. Todos los asistentes estaban de pie mientras, en el ring, ‘The Greatest’ intentaba con todas sus herramientas tumbar a su contrincante.

El peleador que debía durar un asalto cayó cuando faltaban 19 segundos de combate. Un brutal derechazo al rostro fue el golpe que terminó noqueando a Wepner, quien debió sujetarse de las cuerdas para no caer fuera del cuadrilátero.

“Recuerdo que agarré la cuerda con mi brazo derecho para no caer, diciéndome ‘oh Dios mío, estoy en el piso’. La verdad, me sentí vindicado. Había probado que merecía estar ahí esa noche, le di a Ali una buena pelea”, contó Chuck tiempo después.

La pelea terminó en nocaut técnico, pero la hazaña de ‘The Bayonne Bleeder’ impactó al mundo y sigue viva hasta hoy.

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“Si él puede, todos podríamos”

En las tribunas del Coliseum at Richfield, estaba sentado Sylvester Stallone, quien vio en Wepner la inspiración para crear uno de sus personajes más célebres: Rocky Balboa.

“Chuck era un boxeador que todos consideraban una broma. Todos pensábamos que Ali lo destrozaría enseguida. No había nadie que afirmara lo contrario. La apuesta giraba en torno a cuánto castigo soportaría y cuánto dolor podía aguantar”, contó el actor y director en entrevista con William Baer.

“Me senté tranquilo a presenciar el combate junto a una masa de espectadores hambrientos de sangre. Wepner ni siquiera lucía como un boxeador y el espectáculo era muy triste, hasta que llegó la gran sorpresa: Chuck le aguantaba la pelea y, de repente, lo tumbó”, añadió Stallone.

“No lo podíamos creer. La gente enloqueció y comenzó a apoyar a Wepner. Se ganó el corazón de todos por su entrega y dignidad. Nos puso a pensar ‘si él puede, todos podríamos’. Fue una lección de dignidad que me hizo pensar inmediatamente en llevar la historia al cine y así comenzó Rocky”, sentenció el actor.

Revisa el compacto de la pelea: