En el panteón de las ultramaratones, competencia deportiva que comprende el recorrido a pie de más de 42 kilómetros, la que se celebra cada año en Sudáfrica es considerada la más antigua, potente y exigente.

Motivos para creer esto último hay de sobra, pero solo basta con señalar que recorrer largas distancias (más de 90 kilómetros) bajo altas temperaturas (hasta 30°C), no son una buena combinación para nadie.

De seguro este detalle lo tenían más que claro los hermanos Sergio y Fika Motsoeneng, quienes en el año 1999 inscribieron sus nombres en algunos de los registros que reúnen a los peores farsantes dentro de la historia del deporte mundial.

Según guarda y comenta la historia, Sergio Motsoeneng vio en la Ultramaratón de Camrades, evento que se disputa en la costa de Sudáfrica, entre los pueblos de Pietermaritzburg y Durban, una excelente oportunidad para sacar a su familia de la pobreza.

Y es que el circuito que comprendía cerca de 90 kilómetros de recorrido por las principales calles de la localidad africana, repartía un pozo de más de 10 mil dólares, poco menos de siete millones de pesos chilenos, entre los diez primeros maratonistas que cruzaran la meta.

El premio era atractivo para cualquiera, vaya que sí, pero Sergio Motsoeneng no quería que este se fuera con otro más que con él, o con su hermano.

Porque sí, aunque parezca increíble, los hermanos pensaron y crearon un insólito plan para que el dinero, o al menos parte de el, se fuera con ellos a la empobrecida aldea bantustana de QwaQwa, en el centro este de Sudáfrica, donde vivía casi toda su familia.

Ultramaraton de Cmrades. Extraída de Atlas Obscura
Ultramaraton de Cmrades. Extraída de Atlas Obscura

¿Cuál era el plan? claro y sencillo: Sergio comenzaría corriendo junto a los demás competidores oficiales, pero cada cierto tiempo entraría su hermano mellizo con las mismas zapatillas, polera, dorsal y gorro para relevarlo.

El método parecía una real locura, pero si era ejecutado a la perfección no habría problema que lamentar. O al menos de eso estaban más que convencidos ambos sudafricanos, quienes le dieron luz verde a su ‘método’ luego de escuchar el silbato inicial de la carrera.

El que partió corriendo fue Sergio, tal como lo habían conversado con anticipación, y su desempeño fue el ideal. Llegó en el noveno lugar de la competencia, llevándose el aplauso de los espectadores, una medalla por su participación y un premio que bordeaba los mil dólares estadounidenses.

Todo había salido según lo planificado, pensaron prematuramente los parientes cercanos, sin saber siquiera que su alegría se esfumaría como agua entre los dedos. Un reclamo realizado por el veterano deportista Nick Bester, quien se quejó ante la organización de que nunca vio pasar al atleta africano por su lado, fue el inicio de una verdadera pesadilla.

Esto último ya que a los organizadores se les ocurrió solicitar los registros tomados durante dicha competencia, siendo las fotografías entregadas por un reportero las encargadas de disipar las dudas y poner en evidencia el lamentable hecho.

Si bien en un principio a la organización le costó encontrar la ‘pillería’, un detalle mínimo dejado al azar terminó por delatar a los escurridizos hermanos: la mano en la que iba el reloj.

Es que en la primera foto que se le tomó a Sergio, en el inicio la carrera, éste tenía el accesorio puesto en la mano derecha, mientras que en la que se le tomó al final de la misma, él llevada el reloj en la mano izquierda.

Pero ojo que el detalle del reloj no fue lo único que dejó al descubierto el magnífico el plan, ya que Sergio no tomó en consideración la notable y evidente cicatriz que su hermano mellizo tenía en la pierna derecha.

De esta manera, y con la evidencia dando vuelta por todos lados, solo restaba esperar para que los ‘hermanitos’ reconocieran su error y le explicaran al mundo entero cómo habían realizado el mágico relevo.

Y bueno, la explicación llegó: resulta que luego de cuarenta y cinco minutos de carrera, Sergio ingresó a un baño químico donde lo estaba esperando su hermano. Allí se cambiaron de zapatillas, polera, gorra y dorsal, dejando completamente de lado el detalle del reloj y de la cicatriz, lo cual lamentablemente los terminó por delatar.

Ultramaraton de Cmrades. Extraída de Notinerd
Ultramaraton de Cmrades. Extraída de Notinerd

Los tibios registros existentes señalan que aún cuando ambos hermanos devolvieron la medalla, el dinero y el reconocimiento conseguido en aquella hermosa jornada, no pudieron zafar del castigo que la federación atlética de dicho país les impuso: cinco años de suspensión deportiva para cada uno.

La medida hizo pensar que tanto Sergio como Fika darían un paso al costado y se retirarían para siempre de los eventos deportivos, puesto que estar cinco años sin competir es un retroceso tremendo para cualquier deportista.

No obstante, el retiro jamás estuvo dentro de los planes de Sergio Motsoeneng que en 2010, una década después del bochornoso episodio, apareció en gloria y majestad para competir en la misma cita y quedarse con el tercer lugar de la prueba.

Eso sí, la alegría otra vez le duró tan solo un segundo de tiempo, ya que tras la competencia se le aplicó un examen de doping que además de dar positivo en nandrolona, ​​un tipo de esteroides, sepultó su carrera y lo alejó para siempre del deporte.

Así al menos lo detalla la crónica publicada por The New York Time, la que además de señalar por qué los hermanos idearon el insólito plan, asegura que ambos se despidieron de por vida de las competencias.