Cristóbal tenía siete años y no lo dudó. El ojo vigilante de los guardias se había distraído y era la oportunidad para fugarse del hogar del Servicio Nacional de Menores (Sename) en el que estaba. No recuerda si saltó una pandereta o si había una puerta abierta. Tampoco quiénes iban a su lado, porque a sus amigos los cambiaban continuamente de residencia. Él solo corrió sin mirar atrás. No sabía con qué se iba a encontrar afuera, pero nada podía ser peor que estar en un lugar en que le decían que era basura.

“Estamos hablando de tiempos de dictadura, muchos de los que llegaban ahí eran niños que quedaron huérfanos producto de la violencia del Estado. Era muy difícil para nosotros. En un momento recuerdo que escapamos. Tuve la suerte, divina a lo mejor, de poder hacerlo. Si no hubiese huido quizá estaría muerto. Varios niños morían por distintas circunstancias, como desnutrición o una enfermedad sin tratamiento”, explica el mismo Cristóbal. Han pasado 27 años. Algunas cosas han cambiado, es un boxeador de éxito y está casado, pero otras siguen igual. Lee la prensa todos los días y más veces de las que quisiera se topa con que niños y adolescentes se fugan del Sename porque “los tíos hacen maldades”. Él los entiende, nadie quiere pasar un minuto allí.

Cristóbal, abandonado por sus padres al nacer, tras completar la huida se encontró solo en la calle. Aprendió que la contracara del Santiago de titanio es brava y es triste, aunque sigue estando convencido de que era mejor que estar en un centro.

-¿Aún sin tener nada?

– Sí. Al menos en la calle puedes correr. En un hogar tú no puedes correr.

Cristóbal, callejeando por la sobrevivencia, conoció a un hombre que trabajaba en una piscina municipal. Lo dejaba entrar sin pagar y le daba comida. Su nombre era Claudio. Un día, Cristóbal se enfermó de otitis. Tenía la cara hinchada y secretaba pus por la oreja. Claudio lo llevó a su casa para que se recuperara. El niño nunca se fue y tomó un nuevo apellido para comenzar una nueva historia: Yessen. Cobijado, fue saliendo adelante. Pudo subir de peso y empezó a ir a terapia. De su familia biológica solo supo cuando quisieron obtener plata a cambio de su adopción.

A los 22 años su vida dio un giro. Caminaba por Viña del Mar junto a su polola, Nicole, y fue asaltado. No poder hacer nada al ver a su pareja desesperada lo hizo tomar una decisión: se metió a una escuela de boxeo. Le dijeron que tenía condiciones y, sin planificarlo, terminó en un ring profesional.

Su participación en un programa de baile en la televisión y el triunfo frente al argentino Franco Roldán en 2015, que le otorgó el cinturón de campeón de la Organización de Boxeo del Atlántico, permitieron que su historia se hiciese conocida. Un día recibió una llamada que lo remeció, era para invitarlo a dar charlas a distintos centros del Sename. Las imágenes espinosas de su pasado seguían en su mente. Su memoria era fuente de inestabilidad, pero según cree, también de transformación.

Cristóbal Yessen / Facebook Oficial
Cristóbal Yessen / Facebook Oficial

Empezó a recorrer centros de todo Chile contando su experiencia, a conocer a varios de los jóvenes que han escandalizado a la sociedad chilena por su temprana vida delictual, a enseñarles a niños y niñas cómo se boxea. Ellos mismos aclaran que no lanzan golpes para destruir a nadie, sino que ponerse los guantes es un ritual expiatorio. “Nuestro oponente es nuestro pasado y nosotros mismos, es una búsqueda para superarnos día a día”, dicen los jóvenes en una carta. Ellos, que han recibido todo tipo de maltratos, puñaladas e incluso balazos, no entienden el dolor como los demás. Cristóbal lo tiene claro. Sus talleres son gratuitos porque no quiere que esos niños y niñas sean una historia más que lamentar.

-¿Qué ve una persona que ha podido recorrer varios centros del Sename?

– Mi evaluación es negativa. En algunos centros hay condiciones materiales de mediano grado, pero en otros hay colchones malos, pasados a orina, con sábanas quemadas. Las comidas son inadecuadas, sobre todo en ciertos centros privados. En algunos comen una vez al día, un plato de pasta con carne de soya y nada más. Ni hablar de la salud. De una vez por todas, las autoridades tienen que mandar a médicos y psiquiatras para hacer una revisión total en todos los centros. Nunca se ha hecho. Hoy en día, pese a que ha habido un cambio, siguen muriendo niños. Mueren porque no tienen un control médico ni un diagnóstico adecuado. La PDI envío un informe a la directora en que decía que 285 centros privados tienen condiciones paupérrimas. A los niños no los cuidan en la noche. ¿Cómo piensan detener los abusos sexuales al interior de las residencias?, ¿cómo piensan detener las muertes? Todas esas medidas, que son lógicas, no se toman.

-¿Qué tan difícil es ganarse la confianza de muchachos que, por la vida que han llevado, dudan de todos?

– Hace poco estuve en el Centro Metropolitano Norte. Ahí conocí distintos jóvenes, muchos de ellos con una alta connotación pública, por los delitos que han cometido. Se sentían identificados conmigo porque no me ven como un externo, sino como un par. ‘Tú eres como nosotros’, me dicen. Yo siempre estoy en contacto, he apadrinado a algunos. Tienen sueños, tienen esperanzas. Hoy están rehabilitados, dejaron las drogas, sacaron su cuarto medio y pueden funcionar como personas, pero antes todo eso la sociedad y el Estado se los negó. Entonces, tú cuando tienes ese tipo de cosas el resultado siempre va a ser el mismo: nefasto. No se interviene en los niveles adecuados, no hay acompañamiento psicológico. Todo es una locura. Hoy se plantea subir los fondos a los organismos privados y ellos todavía no responden por los fondos que ya les dieron.

– ¿Estos lugares cuentan con implementos para poder desarrollar tu labor?

No existe el material adecuado, lamentablemente. Aunque no se crea, hay cosas que son mínimas. Por ejemplo, no puedes jugar al fútbol si no tienes pelota.

– No se respeta su derecho al deporte, recreación y juego.

– Todo apunta a darles capacitaciones laborales para formar mano de obra barata. Siento que hay una protección a un negocio solapado con la infancia que es obsceno. No hay espacio para el arte, salvo esfuerzos individuales de funcionarios. Yo he visto unas esculturas preciosas que hacen los y las jóvenes. Pero en ningún centro he visto una programación sólida de cultura o de deportes.

– A partir de tu experiencia, ¿cómo puede ayudar el deporte a niños con esta historia y con este presente?

– El deporte sana, cura y despeja. Si se tomara como una piedra angular, podríamos tener resultados distintos. Yo he visto jóvenes que han alcanzado el alto rendimiento saliendo de centros del Sename. Tienen mucho potencial, tienen mucho corazón. Pero más allá de crear buenos deportistas, a través del deporte podemos crear una conciencia de lo que es el cuidado del cuerpo, la superación personal e inculcar valores que hoy están ausentes o son alternativas. Existe una crisis importante en lo que es la identidad del deporte en sí.

– ¿El deporte ha dejado de mirar su rol social?

– Yo siento que esa es una pregunta clave que todos tendríamos que hacernos, ¿cuál es el norte al que apuntamos con ciertas actividades o cuál es la finalidad total? Hoy en el deporte tenemos instalada una mirada muy mercantilista, en donde lo más importante es obtener logros y dinero, por sobre cierto rol que tradicionalmente tuvo en un principio. No todos van a llegar al alto rendimiento, pero no pensamos el deporte como una ayuda para vivir mejor.Yo siento que el deporte abandonó totalmente el ámbito social. Pienso que como deportistas, muchos estamos en deuda con la sociedad completa, sobre todo con niños que carecen de muchas cosas.

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Cristóbal Yessen / Facebook Oficial
Cristóbal Yessen / Facebook Oficial

Las expansiones en sus orejas y la sonrisa tímida le dan un aire juvenil al boxeador de 34 años. Tiene un carácter afable, pero bajo esa apariencia tranquila se esconde un gallo de pelea. Cristóbal no se corta ante nadie y golpea con frases graníticas. Un día se cruzó con la ex ministra de Justicia, Javiera Blanco, y se le plantó. Le dijo todo lo que pensaba que hacía mal.

En su cuenta de Twitter, Cristóbal ha denunciado que niños y niñas del Sename son usados para limpiar las calles, ha replicado un informe de la Contraloría en que se afirma que hay alimentos descompuestos, servicios higiénicos malos y ratas en varios centros, la semana pasada explotó al saber que la Fundación Don Bosco, que ha recibido denuncias por abuso sexual en sus hogares y que tenía bajo su cuidado al joven que se lanzó a una jaula de leones hace dos años, recibirá dinero del Gobierno para administrar un albergue infantil.

Sin embargo, el deportista no solo habla del Sename. En las elecciones pasadas dijo que nunca votaría por la derecha. “Un sector que ocupó un recinto deportivo para torturar, poco puede entender del rol social que tiene el deporte”, escribió. “El box te afectó el cerebro, hueón”, le respondieron en ese campo de batalla que pueden ser las redes sociales. A Cristóbal no le importa, está curtido y replica. Se reconoce de izquierda, aunque no partidista.

– Te has convertido en una figura molesta.

– Es súper interesante. Quizá algunos no están de acuerdo con lo que digo, pero lo que he dicho nunca ha sido desmentido. Se logra un debate, se logra poner en primer plano ciertos hechos que no pueden quedar postergados. Yo he ido modificando mi discurso y haciéndolo más duro para poder generar este tipo de textos que logre motivar a algunos personajes, para que empiecen a hacer lo que tienen que hacer y que no es tan difícil. Además, hay harta gente que me pregunta y aparecen testimonios. Yo en la actualidad estoy reunido con un grupo de personas que han estado en hogares del Sename y entre todos hemos tratado de recuperarnos porque el vivir una experiencia así es traumática de por vida.

– Existe un relato de lo que debiese ser un deportista. En ese sentido, ¿es mal visto que se metan a opinar de temas políticos?

– Yo creo que sí. Tiene su costo tener una postura y yo lo he sentido, pero a mí me motiva que ciertas situaciones no pasen nunca más. A mí me gustaría que otros deportistas también sacaran la voz y que tuvieran opinión, más allá de si gusta o no. Callarse nunca ha sido positivo.

– ¿Les falta conciencia social a los deportistas?

– Yo creo que hay deportistas con conciencia social y otros no. Es así en todo rubro. Hay abogados que les falta conciencia social y hay médicos a los que también. Sin embargo, y a nivel general, a las personas les falta un arraigo a su conciencia y se olvidan de donde vienen. Esa falta ha dado paso a estos tiempos en que el dinero lo es todo. Con dinero tienes salud, con dinero tienes vida, tienes seguridad. Y sin dinero careces de todo lo anterior. Es lo que les pasa a los niños del Sename. Ellos pagan el precio por haber nacido pobres.

– Se podría decir que tú eres exitoso. Cumpliste el sueño de todo boxeador: tener un cinturón de campeón. Pero para alguien con una biografía como la tuya, ¿qué es el éxito?

– Tener un campeonato ha sido un logro muy bonito, pero quizá el logro más bonito es entrar en un centro y escuchar a niños y niñas que te dicen que te admiran, y que quieren ser como tú. Eso es para mí lo que vale. No tiene precio. Muchos de los jóvenes que están ahora en los centros desean cumplir sus sueños. La idea es llevar esperanza. Así como yo pude, ellos también pueden. Hoy me he hecho cargo de apadrinar a algunos jóvenes, para que puedan seguir en algún tipo de deporte. Ese es el gran sueño. Sacar a un campeón algún día y que ojalá sea de algún centro del Sename.

– Las personas que salen de ahí llevan una marca y tienen que lidiar con varios prejuicios cuando están afuera ¿Es posible resignificar esas biografías?

– Es muy difícil. Cuesta años, más cuando tú no entiendes porque te pasan cosas malas. No tan solo tienes que vivir con la carga de que fuiste abandonado, también tienes que lidiar con que otra persona te maltrate, te abuse. Frente a eso, no lo entiendes. Más encima, ni siquiera tuviste oportunidades de estudio, porque yo he visto como a los niños del Sename se les niega la matrícula en distintos colegios. Bajo esas condiciones, qué esperas que sea ese niño en la vida. Después ese niño sale y es tremendamente criminalizado. Esa es una historia de fracaso, como sociedad que influimos en que esa realidad se generara hoy. Yo siento que hay un tema de humanidad, que está ausente.

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Cristóbal cuenta que desde que asumió la nueva administración no tuvo apoyo concreto. No había implementación para realizar sus talleres y tampoco lo dejaban entrar con material propio. Finalmente, su taller en el Centro Metropolitano Norte fue cancelado. “Nunca me dieron una explicación. Solo me dijeron: ‘te llamamos cuando nos organicemos’. Han pasado dos meses ya”, dice. No descarta que le estén pasando la cuenta por exponer sus críticas.

Los niños y niñas que participan de su taller escribieron una carta a mano a la dirección para que el taller no sea cancelado. “Nos permite bajar el nivel de estrés participando en actividades deportivas, además de aumentar nuestro control de impulsos, lo que nos ayuda a cumplir nuestros objetivos. Nos coloca como metas disminuir el consumo de tabaco y de otras drogas. Hemos aprendido valores como el compañerismo, la humildad, el respeto al otro, el esfuerzo y la autosuperación”, se lee en el texto. Pese a la misiva, aún no hay señales de que los talleres se vayan a reanudar. Cristóbal Yessen seguirá peleando.

Cristóbal Yessen / Facebook Oficial
Cristóbal Yessen / Facebook Oficial