“Mi nombre es Julio Soto Ugalde, tengo 27 años y soy de Carelmapu, una pequeña caleta mariscadora en el sur de Chile”. Estas fueron las palabras de presentación de un deportista que no solo le ganó a su enfermedad, sino que también a la vida.

Y es que Soto, quien a principios de este año se convirtió en el primer chileno en clasificar a los Juegos Olímpicos de Invierno de Corea del Sur 2018, tiene una historia de vida digna de imitar.

Lee también | La historia del oriundo de Carelmapu que clasificó a los Juegos Paralímpicos de invierno

Corría el año 1999 en la tranquila caleta y él hacía su vida como todos los niños de su edad. No obstante, lo que comenzó como un simple dolor en su pierna izquierda cambió el rumbo de las cosas de la noche a la mañana.

Un tipo de cáncer a los huesos llamado osteosarcoma asomó con fuerza a los 9 años para hacerle las cosas un tanto difíciles, dado que la agresiva enfermedad culminó solo una vez que al deportista le amputaron su pierna izquierda.

Pese a esto “Julito”, como le dicen en su natal Carelmapu, no se dejó vencer y rápidamente inició su proceso de rehabilitación. Para ello se trasladó hasta Puerto Montt, ciudad en la que no solo ingresó al centro de rehabilitación de la Teletón, sino que también en donde conoció lo que es hoy su gran pasión: el deporte blanco.

“Llegué al deporte blanco a través de Teletón Puerto Montt, en su programa deportivo, Teletón contempla ski, básquetbol y tenis de mesa como herramientas de rehabilitación e inclusión social, para que el niño que tiene una discapacidad gane confianza, autoestima y desafíe sus capacidades”, recuerda el nacional.

Luego de esto y en una especie de voltereta para el destino, el sureño decidió entrar a estudiar Medicina en la Universidad Católica de la Santísima Concepción, instancia en donde por cierto consiguió encontrar la manera de congeniar sus estudios universitarios con el esquí.

“Cuando terminé mi carrera hice el curso de Instructor de esquí nivel 1 en la Escuela Nacional de Ski y luego me uní al Equipo Paralímpico de Chile”, añadió.

Con el pasar de los años, la idea de profesionalizar el hobby que un día solo fue para de su rehabilitación fue asomando con fuerza. Fue así como en 2015 tomó la importante decisión de registrarse como corredor paralímpico e iniciar así el largo camino hacia la representación y competición por Chile.

Como era de esperar, las duras jornadas de entrenamiento, las que contemplaron constantes viajes desde Chile a Estados Unidos, no tardaron en llegar.

Pese a esto, la meta de querer convertirse en uno de los mejores de su disciplina fue más grande que cualquier problema. Meta que se terminó de afianzar gracias al apoyo y la contención de jóvenes que al igual que él, le dieron un espaldarazo a la adversidad y a través del deporte blanco rehicieron sus vidas.

“Cuando entré al equipo en 2015 no conocía a nadie, nunca habíamos entrenado juntos así que fue todo nuevo. Pero nos llevamos bien desde el principio y ahora somos amigos”, rememoró el carelmapino.

Julio Soto | Facebook
Julio Soto | Facebook

El primer paso hacia la gloria

Si el 2015 fue un año de cambios y decisiones, el 2017 ha sido de gloria y alegrías. Y es que si bien el esquiador chileno no lleva tantos años practicando este deporte, su historial deportivo demuestra que su carrera está en un prominente ascenso.

Sin ir más lejos, basta con recordar la tremenda hazaña que consiguió en enero del presente año cuando logró clasificar por puntos a los Juegos Paralímpicos de Invierno de Corea del Sur 2018, un verdadero hito para el deporte de nuestro país.

“Cuando clasifiqué sentí una gran alegría porque el primer paso estaba logrado, ahora era algo real y sabía que se venía el doble de trabajo, porque como equipo queremos mostrar un Chile competitivo, que no se conforma, que no quiere ir a Corea a pasear sino que a mostrar nuestro nivel de ski, que conozcan nuestra garra y nuestra bandera”, señaló.

Eso sí, no todo ha sido color de rosas en esta provechosa carrera. Y es que Soto y compañía debieron lidiar, en más de una ocasión, con la “bestia negra” de los deportistas de nuestro país: el financiamiento.

Esto puesto que aun cuando el chileno recibió el apoyo del Comité Paralímpico, debió postergar en más de una ocasión sus gastos personales para depositar de lleno al esquí, todo el dinero que recaudaba mientras trabajaba como médico en el Hospital de Puerto Montt y en el de Aysén.

“Cuando comenzamos todo era auto financiado. Actualmente contamos con el apoyo económico del Comité Paralímpico de Chile, el centro de Ski La Parva que nos ayuda con los ticket y pistas para entrenar y dos empresas: Manjar Langer y Hyundai Chile. Aún así como es un deporte tan caro siempre falta plata. Este año hicimos la segunda campaña de polera del equipo que vendemos para solventar los gastos del equipo”, indicó.

Pese a ello, Julio Soto no pierde el norte, y el objetivo de ser “corredor en la Copa del Mundo”, así como el de estar entre los “top 20 en la disciplina Slalom en los Juegos Paralímpicos de Invierno de 2018”, se aferran con más fuerza que nunca día a día.

Objetivos para los que por cierto se preparó con un entrenamiento que contempló más de 90 días de esquí en el centro de La Parva, y que por estos días lo tienen en el sur de Chile para dar paso a la segunda fase preparatoria: el acondicionamiento físico.

“El miércoles 4 de octubre terminamos la temporada chilena y ahora viene un periodo intenso de preparación física para prevenir lesiones y el 7 de noviembre las primeras carreras de la Europe Cup en Holanda, para luego continuar en Canadá, Estados Unidos y terminar en Corea el próximo 9-18 marzo”, concluyó.

Es de esperar que nuestro coterráneo pueda continuar demostrando que la discapacidad y la incapacidad no necesariamente van de la mano.