Este jueves El Mercurio publicó en su sección cartas al director un escrito de Rodrigo Uribe Bravo, un hincha que decidió denunciar un vergonzoso hecho que vivió junto a sus hijos en San Carlos de Apoquindo.

Resulta que el aficionado acudió junto a sus dos pequeños a ver el clásico universitario, y en medio del encuentro uno de los ‘hinchas’ cruzados insultó en reiteradas oportunidades a uno de sus hijos.

“Tengo dos hijos (de 12 y 10 años) con gustos distintos, uno es hincha de Universidad de Chile y el otro, de la Católica. Nos encanta ir al fútbol, por lo que el sábado pasado era un día especial, veríamos jugar a los dos equipos de mis hijos, quienes han aprendido a convivir con sus diferencias”, comienza diciendo Rodrigo.

“Cuando la U abrió el marcador uno de mis hijos gritó ‘goool’. Lo miraron raro, algunos pifiaron, nada mayor. Sin embargo, una persona adulta, de unos 40 años, sentada delante nuestro, se da vuelta y agrede a mi hijo gritándole una infinidad de garabatos (groserías) mientras se arma un pequeño altercado”, agregó.

“Aparece un encargado de ‘seguridad’ y me dice que nos debemos retirar. Era el mundo al revés. Le dije que quien no debería estar ahí es la otra persona, por su actitud violenta”, añadió.

“Luego se produjo el gol de Católica… la misma persona de antes se da vuelta y le grita el gol en su cara a mi hijo, nuevamente acompañado de una serie de garabatos. intento detener su acción, y otra persona me golpea por la espalda y arranca”, lanzó.

A raíz de lo sucedido, Universidad Católica decidió alzar la voz y a través de su cuenta de Twitter señaló que ya tomaron contacto con el afectado para lograr solucionar de raíz del asunto.

“Ya tomamos contacto con el afectado y si logramos identificar al agresor, se tomarán las medidas del caso, como la prohibición de acceso”, dijeron.

A continuación la carta del aficionado

Tengo dos hijos (de 12 y 10 años) con gustos distintos, uno es hincha de Universidad de Chile y el otro, de la Católica. Nos encanta ir al fútbol, por lo que el sábado pasado era un día especial, veríamos jugar a los dos equipos de mis hijos, quienes han aprendido a convivir con sus diferencias.

Cuando la U abrió el marcador uno de mis hijos gritó ‘goool’. Lo miraron raro, algunos pifiaron, nada mayor. Sin embargo, una persona adulta, de unos 40 años, sentada delante nuestro, se da vuelta y agrede a mi hijo gritándole una infinidad de garabatos (groserías) mientras se arma un pequeño altercado.

Aparece un encargado de ‘seguridad’ y me dice que nos debemos retirar. Era el mundo al revés. Le dije que quien no debería estar ahí es la otra persona, por su actitud violenta.

Luego se produjo el gol de Católica… la misma persona de antes se da vuelta y le grita el gol en su cara a mi hijo, nuevamente acompañado de una serie de garabatos. intento detener su acción, y otra persona me golpea por la espalda y arranca.

Debo decir que el público en general fue muy solidario con nosotros, incluso una persona nos cedió sus asientos para alejarnos del agresor. Pero los niños ya no querían estar ahí, tenían miedo y ganas de llorar. Para la felicidad de ese hombre perturbado, nos fuimos de ese estadio, tal vez para siempre.

Comentando el hecho con amigos, uno me dice que vio algo similar a mi experiencia hace unas semanas, pero con un niño de cinco años que era hincha del rival ocasional de la UC, también en San Carlos.

Como es obvio, gritar y amedrentar a un niño quedará sin sanción de parte de la autoridad o de Cruzados SADP, porque la persona de seguridad no consideró que esto también es violencia en el estadio. Porque no fue capaz de ver que la violencia tiene múltiples formas, y probablemente cree que la ley solo se refiere a los ‘disturbios’ que vemos en las noticias o si yo respondía con golpes.

La violencia verbal de un adulto a un niño también es violencia grave.