El Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 marcó a fondo la repesca entre Chile y Unión Sovietica por el boleto al Mundial de Alemania Occidental 1974.

Este 11 de septiembre se cumple ya medio siglo del Golpe de Estado que dio inicio a una dictadura militar que duraría 17 años. Un hecho que cambió el escenario social, cultural, político y deportivo de Chile…sí, también deportivo.

La Roja de Luis Alamos se jugaba en ese entonces el boleto a la Copa del Mundo de Alemania Occidental de 1974. Entre abril y mayo de 1973, el combinado nacional disputó primero una decisiva eliminatoria de la Conmebol con Perú.

La ida se jugó en Lima y la selección chilena fue derrotada por 2-0. Sin embargo, los del ‘Zorro’ se cobraron revancha en Santiago y repitieron marcador, esta vez a favor.

Así, un desempate se llevó en terreno neutral en Montevideo (Uruguay), donde Chile triunfó por 2-1. El próximo oponente: la Unión Soviética, esto por la repesca intercontinental por el boleto al certamen en suelo germano.

Llegó el Golpe y el escenario cambió en 180 grados

El duelo de ida del repechaje estaba programado para el 26 de septiembre en Moscú. Sin embargo, el día 11 de ese mes el socialista Salvador Allende fue derrocado por un Golpe de Estado liderado por Augusto Pinochet.

Miles de personas consideradas opositoras al nuevo régimen fueron perseguidas, secuestradas, torturadas y asesinadas por agentes estatales, utilizando diferentes sitios de detención, entre ellos el Estadio Nacional de Santiago.

Y el recinto ñuñoíno albergaría el cruce de vuelta con la URSS, fijado para el 21 de noviembre.

El nuevo régimen había decretado la prohibición para todos los chilenos de salir del país. No obstante, la Junta Militar dejó salir a La Roja con la intención de dar una imagen de normalidad, eso sí con una firme condición: no se hablaría de política.

Un viaje incomodísimo para la delegación nacional, con decenas de escalas, fría recepción en Moscú y algunos problemas de aduanas.

“Imagínate que a los 20 años es muy difícil enterarte de las atrocidades que se cometen en las dictaduras. Nosotros estábamos preocupados por jugar, como selección chilena, por un país. No por un gobierno“, relató el exdelantero Carlos Caszely a la BBC.

El primer confronte, en el Estadio Central Lenin, se llevó a cabo dos semanas después del Golpe de Estado. Las autoridades soviéticas prohibieron la entrada de periodistas y cámaras al estadio, por lo que no hay registros de aquel duelo.

¿El resultado? Un 0-0 con un planteamiento predominantemente defensivo de Chile, compuesto por seis defensas y tres volantes de contención. Algo impensado en el fútbol de hoy.

Pensaron que nos iban a meter cinco“, comentó Elías Figueroa sobre el cruce en Moscú.

Este empate despertaba la ilusión nacional para la vuelta en Ñuñoa, una revancha que terminó siendo catalogada como el ‘partido fantasma’.

El partido fantasma en Santiago: “El teatro de lo absurdo”

“Ese partido de vuelta yo lo bauticé como el ‘teatro de lo absurdo’. Fue algo que no se hace ni en el barrio, cuando se juega con los amigos. Un partido ridículo“, dijo el ‘Chino’ Caszely.

Pocos días antes del segundo cruce entre Chile y la URSS, el régimen de Pinochet había roto relaciones diplomáticas con la nación presidida por Leonid Brézhnev y el Estadio Nacional de Santiago se había establecido como un centro clandestino de tortura.

No obstante, el partido en el principal coliseo deportivo del país seguía programado por la FIFA. Desde Moscú pidieron que se cambiara la sede del partido, alegando temas de seguridad, pero Chile se negó a hacer cualquier cambio en lo ya establecido.

En octubre de 1973 había al menos 7.000 detenidos en el estadio y la federación chilena instó al Ejército a desocupar el recinto antes de la realización del pleito. Un ‘no’ rotundo se escuchó desde el régimen, principalmente por los problemas para un traslado masivo de detenidos por razones de seguridad.

Ante la ola de reclamos por el mundo, la FIFA decidió realizar una ‘inspección’ para autorizar el partido frente a la Unión Soviética. Finalmente, la comisión investigadora del organismo con sede en Zúrich recorrió solamente el terreno de juego, evitando la zona de vestuarios, donde los militares habían hacinado a los prisioneros.

¿El dictamen? En el estadio se podía jugar. Una inspección que no convenció al rival de Chile, que declinó de viajar a Santiago alegando cuestiones políticas y de seguridad.

Ante esto, la FIFA exigió que La Roja entrara a la cancha del Nacional ese 21 de noviembre y marcara un gol, ante cerca de 17 mil espectadores. Un acto simbólico que concretaba su boleto para el Mundial de Alemania Federal.

La vergonzosa imagen quedó para la historia: el equipo chileno partiendo desde el círculo central, recorriendo el campo de un oponente inexistente y marcando un gol ante arco vacío (obra de Francisco ‘Chamaco’ Valdés). Una acción de solo 30 segundos de duración.

“Una charada. De una falsedad absoluta. Va contra toda filosofía deportiva, la esencia del deporte. Va contra todo eso. Nunca he entendido por qué la FIFA tomó esa determinación (…) Estábamos compungidos, había pesadumbre, angustia. Pero no podíamos hacer otra cosa que defender a nuestro país“, indicó Leonardo ‘Pollo’ Véliz a Diario Marca.

Incluso, testimonios posteriores de presos políticos apuntaban que muchos de los espectadores presentes en las tribunas del actual ‘Julio Martínez Prádanos’ eran prisioneros.

De bochorno en bochorno. Tras el gol que marcó el nacimiento del ‘partido fantasma’, el conjunto dirigido por Luis Alamos enfrentó al equipo B del Santos FC, sin Pelé, y fue humillado con un 0-5.

“Después del gol, volvimos a saltar a la cancha para disputar un encuentro contra el Santos de Brasil. No estábamos ni para jugar contra los brasileños. Perdimos 0-5. Ellos dieron el espectáculo”, dijo Véliz.

En años posteriores, algunos miembros del equipo soviético manifestaron haber pensado que su gobierno no quería perder ante un país con una ideología política diferente y que en su lugar obtuvieron una victoria moral ante los ojos del mundo.