El 11 de septiembre de 2012 marcó un triste episodio para el fútbol chileno. Hace siete años falleció Sergio Livingstone Pohlhammer, exportero de La Roja y referente del periodismo deportivo de nuestro país.

El ídolo de Universidad Católica y reconocido como uno de los diez mejores arqueros sudamericanos del siglo XX, dejó una huella imborrable que, con el paso de los años, sigue latente en los fanáticos del balompié nacional.

Por la selección, Livingstone disputó seis Copas América (1941, 1942, 1945, 1947, 1949 y 1953) y el Mundial de Brasil 1950. Pero, según contó el propio ‘Sapito’ en su momento, estuvo cerca de decir presente en otra cita planetaria… pero como técnico.

En la previa del Mundial de 1962, ese certamen que sorpresivamente quedó en manos de Chile para ser organizado, Carlos Dittborn, reconocido dirigente nacional y gestor de que el citado torneo recalara en nuestro país, pensaba en Livingstone como DT para el plantel que, a la larga, obtendría el tercer lugar dirigido por Fernando Riera.

El ‘Sapo’ se había retirado del fútbol el 18 de noviembre de 1959, en un partido contra Argentina, luego de 22 años de carrera y 18 defendiendo el pórtico de La Roja, donde destacó cada vez que se situó como el último hombre de la selección chilena.

“Fue la única vez que lloré en una cancha. Los dirigentes le pidieron al presidente de la República que me hiciera entrega de un recuerdo en mi partido de despedida, pero Jorge Alessandri Rodríguez contestó que eso le correspondía al ministro de Defensa, de quien dependía el deporte. Al final, solo se acercó mi hijo mayor y me abrazó”, recordó Livingstone, en entrevista con El Gráfico.

Dirigir a Chile rumbo a 1962

Ya alejado de los rectángulos de césped, Livingstone vio cómo lentamente el Mundial apuntaba a nuestro país. Conocía a buena parte del plantel que disputaría el torneo y, al igual que ellos, se entusiasmaba con el paso de los días.

ARCHIVO | Memoria Chilena
ARCHIVO | Memoria Chilena

Tal era su vínculo que, en la previa de la cita mundialista, Fernando Riera, entonces DT de La Roja, y el propio Carlos Dittborn, querían que el exarquero tomara las riendas del combinado nacional. Pero el ‘sapito’ tuvo un inesperado motivo para decir no.

“Los dos insistían en que hiciera el curso de entrenador. ‘Por ningún motivo. Conozco a los jugadores, los conozco demasiado’, les contesté. Y es que habían jugadores que eran muy curados”, se justificó Livingstone en su momento.

“Antes, cuando nos concentrábamos en la Escuela de Carabineros, le decíamos al entrenador que íbamos a bajar la comida dando una vuelta a la cancha. En el medio de ella había una reja, por avenida Antonio Varas, y por allí entraban las botellas. Se sentaban a lo indio y bebían”, agregó el otrora portero nacional.

Otro episodio similar que recordó Livingstone en la mencionada publicación, fue algo que vivió en Colo Colo, cuando estuvo a préstamo en el ‘cacique’ en 1957.

“Los jugadores provenían de una extracción muy humilde. Cuando llovía, entrenábamos en un gimnasio y luego de un par de vueltas, el entrenador Hugo Tassara le ordenaba al ‘mono’ Rogelio Núñez que se subiera a abrir las ventanas, porque el hálito alcohólico se hacía insoportable”, reconoció el ‘sapito’.

Son algunos de los recuerdos que dejó uno de los arqueros históricos del fútbol chileno y, que hasta el día de hoy, sigue siendo recordado con cariño por los hinchas del fútbol nacional.