“¡Qué malo es el Apertura!”. ¿Cuántas veces ha escuchado -o dicho- esta frase en este semestre? Probablemente varias. Es que la actual edición del torneo de Primera División ha generado una sensación de disconformidad entre la mayoría de hinchas y analistas de nuestro balompié.

Probablemente sea porque, cuando sólo restan cuatro fechas para el final, no hay un equipo que luzca una gran cosecha de puntos. De hecho, son cuatro los principales aspirantes a luchar por el título: Unión Española (21 puntos), Deportes Iquique (21), Universidad Católica (19) y O’Higgins (19). Todos, separados apenas por dos unidades.

Si consideramos ese contexto, lo lógico sería que los fanáticos de la principal categoría del fútbol local estuvieran emocionados por un cierre que se anticipa muy estrecho. Pero la sensación va en sentido contrario y son más las críticas que aparecen, apuntando al aparente nivel discreto del campeonato.

Pero ¿es tan malo el Apertura como se quiere instalar? Para quien escribe no es tan así, si miramos con el clásico criterio del ‘vaso medio lleno’ y se hace el esfuerzo de considerar, junto a los resultados, qué lo que ocurre dentro de la cancha también es un espectáculo que debe entretener.

Por ejemplo, la frase “uno de los partidos del campeonato” se ha utilizado varias veces a lo largo de las fechas. Hemos tenido notables duelos de ida y vuelta (Unión Española-UC y el olvidado Palestino-San Luis de la cuarta fecha), emotivas levantadas (Colo Colo-San Luis) o encuentros llamativos por su intensidad y trabajo táctico (el empate entre O’Higgins y la UC en Rancagua), entre otros. Un cóctel que si se diera en el marco de la impecable Premier League inglesa, generaría una sensación de competitividad muy distinta a la idea de irregularidad con la que definimos a nuestro torneo.

Archivo | AgenciaUno
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Otro punto que llama la atención es que, aceptando todos los errores y deficiencias evidentes, la gran mayoría de los equipos tiene un estilo definido de juego. Algo que parece una obviedad, pero no es tan simple de lograr.

Desde la idea ordenada y práctica de Unión y Deportes Iquique a la búsqueda del ataque constante de la UC y O’Higgins, buena parte de las escuadras tienen un sello que buscan imponer en la cancha, con mayor o menor éxito. Al debe queda la ‘U’, que no ha podido establecer cómo quiere jugar y es la gran decepción del semestre.

Además se ha visto la explosión o consolidación de jugadores interesantes. Leonardo Valencia (Palestino), Rafael Caroca (Deportes Iquique), César Pinares (Unión Española), Gabriel Castellón (Santiago Wanderers) o Raúl Osorio (O’Higgins) son algunas opciones que podrían tener (o ya tienen) un lugar dentro de la selección chilena, de cara a la tan buscada renovación de plantel.

La idea de que nada de lo que pasa en el actual torneo es suficiente domina, pero la duda surge sobre si en vez de iquiqueños, ‘hispanos’ o rancagüinos, fueran Colo Colo y la ‘U’ los que pelearan el título con la UC. Casi con seguridad, en ese caso se diría que estamos ante ‘una competencia apasionante’.

No se trata de tener una visión conformista de la Primera División. Hay muchas cosas por mejorar como la capacitación de entrenadores, el trabajo formativo de los clubes, la asistencia de público a los estadios (a veces pareciera que los dirigentes apuntan a evitar que asistan),la constantes detenciones del torneo (que atentan contra la emoción del mismo) y mejorar la participación en torneo internacionales. Pero, junto a la crítica justa, también es necesario reconocer que hay pequeñas señales en nuestra Primera División que llaman al optimismo y que deben servir como punto de partida.