El clásico de Porto Alegre que enfrenta Gremio frente a Internacional es uno de los más ‘calientes’ de Brasil y el mundo. La ciudad se divide en dos, en las calles se prepara el partido durante todo el año y en la cancha los jugadores dejan la piel para quedarse con la victoria.

El encuentro que se disputó ayer en el Beira Río tenía todos los ingredientes necesarios. Gremio llegaba con el título de campeón de América mientras que el Internacional volvía después de una temporada en el ascenso.

El capitán de los rojos, Andrés D’alessandro también vivía un día especial. Convertido en una verdadera institución en el club, el argentino, que ganó Libertadores y Sudamericana con el cuadro brasileño cumplía su partido 400 en el equipo. Frente al clásico rival y con el estadio repleto de su gente era la ocasión perfecta para acrecentar su leyenda.

Así lo entendió el argentino y con las pulsaciones a mil llegó al sorteo antes de empezar el partido. Justo en el momento de saludarse con el capitán de Gremio, Maicon, comenzó a jugarse el clásico. Ambos jugadores se trenzaron en una discusión (una aparente burla del brasileño al trasandino) que de no ser por la intervención de los árbitros hubiese terminado a los golpes.

Entre dimes y diretes los jugadores se acordaron de todas sus familias aunque no pasó a mayores y el partido inició con la mayor regularidad. Para la tristeza del argentino, Gremio se impuso por 2-1 con goles de Luan y restregó en la cara de su clásico rival su condición de Campeón de América.