Tras una semana de duelo, el desenlace de la Copa de Brasil conquistada por el Gremio devolvió el fútbol a un país todavía impactado por la tragedia del Chapecoense, al que volvió a homenajear emocionado la noche en que debería haber disputado su soñada final continental.

El tricolor gaucho y el Atlético Mineiro, que finalizaron el encuentro 1-1, saltaron al gramado de Porto Alegre llevando en sus camisas el escudo teñido de negro de este club destrozado por el dolor.

Frente a los jugadores se extendieron las banderas del Chapecoense, de Brasil y de Colombia, en homenaje a las 71 personas que perdieron la vida en las montañas de Medellín, así como a la solidaridad que llegó en masa desde el país donde ocurrió el accidente.

Una Arena del Gremio a rebosar lucía repleta de mensajes de ánimo para este modesto equipo que sorprendió a Sudamérica, mientras una gran camisa con los colores del club y la leyenda “guerreros” estampada se desplegaba en una de las gradas.

Antes de que comenzara el partido, aplazado por el luto la semana pasada, se vivió uno de los momentos más emotivos de la noche, cuando jugadores y una representación de la prensa se unieron en el círculo central. Juntos guardaron un minuto de silencio por los compañeros fallecidos durante el cual muchos hinchas no pudieron contener las lágrimas.

Con el empate de esta noche, el Gremio hizo valer la ventaja que se trajo de la ida en Belo Horizonte (3-1), para levantar en casa su quinta Copa de Brasil, haciéndose también con una plaza para la próxima Libertadores.

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