El fútbol boliviano y específicamente la Copa Simón Bolívar dejó el pasado fin de semana un condenable hecho. Javier Alexander Estupiñán, arquero de Unión Huayllamarca, y Fabricio Quispe Vásquez, delantero de Oruro Royal, fueron los protagonistas.
En el cruce jugado en el estadio Jesús Bermúdez, en Oruro, el guardameta recibió la cartulina roja a los 57 minutos y tras cartón le pegó una brutal patada en la cara al ariete. La violenta acción llevó al agredido directo de la cancha a la clínica.
Según reportes médicos, Vásquez sufrió al menos tres convulsiones antes de que el neurocirujano lo estabilizara y estuvo en observación toda una noche.
Quispe permanecerá internado al menos hasta este jueves 30 de mayo, con el fin de lograr su completa recuperación.
En tanto, Estupiñán fue detenido tras el partido por lesiones graves y leves y luego, de acuerdo al fiscal departamental de Oruro, Aldo Morales, se llegó a una conciliación de partes, en este caso entre clubes, en la que el agresor correrá con todos los gastos de curación.
“En el informe se puede evidenciar de que el arquero anteriormente le habría propiciado dos golpes de puño a nivel del estómago al jugador. El árbitro ha procedido a la expulsión y momentos después, ya cuando se reanudó el juego, el arquero le propinó una patada al jugador, dejándolo inconsciente”, comentó Morales.
En tanto, el golero de Unión Huayllamarca será procesado por el Tribunal de Disciplina de la Federación Boliviana de Fútbol (FBF), por la criminal agresión.
“Pediremos al TDD que cumplan los plazos y el código; en mis años de dirigente es la primera vez que veo tal agresión en contra de un compañero. No es posible que ocurra estas reacciones en un partido de fútbol”, declaró Edwin Callapino, vicepresidente de la FBF.