Michael Jordan ha sido protagonista de grandes gestas en la historia del baloncesto, pero existe una que sin lugar a dudas supera a todas las anteriores.

Hace 34 años en el Boston Garden, un 20 de abril de 1986, Jordan enfrentaba a los Celtics en el segundo partido de la primera ronda de los playoff, y nadie jamás esperó la exhibición que verían sus ojos.

Allí, en ese Game 2 de los playoff en el Este, los Bulls no ganaron, pero nadie se acuerda de eso. Todo el mundo se quedó con la iluminada noche de Michael Jordan y con las palabras que su rival, Larry Bird, al final del partido.

“No pensaba que alguien fuera capaz de hacernos lo que Michael ha hecho a los Boston Celtics. Es el jugador más maravilloso del mundo. Creo que Dios se ha disfrazado de Michael Jordan”, dijo.

Por otro lado, Jordan declararía de manera tajante lo siguiente: “Me dan igual los puntos, los cambiaría todos por la victoria”.

Aquella actuación definió el juego de Jordan, tan imposible de seguir. De hecho, años después ESPN realizaría un estudio de su juego esa noche y llegaría a la conclusión de que tan solo 3 de sus 41 tiros al aro estaban liberados, teniendo en cuenta que al frente tuvo a los mejores jugadores del mundo.