Mientras miles de fanáticos lloran la muerte de Kobe Bryant, un equipo de expertos avanza en la investigación del accidente de helicóptero que le quitó la vida a la leyenda del básquet, su hija Gianna y otras siete personas.

La zona donde se estrelló la aeronave en la que viajaba el astro el domingo de mañana es muy intrincada, lo que ha dificultado la muy delicada labor de recuperación de los restos de las víctimas, así como de las pruebas para determinar las causas del incidente.

“Estamos esperando a que medicina forense termine su trabajo de identificación, están ocupados recuperando los restos en este momento, es una tarea muy difícil y va a tomar tiempo, así que sean pacientes”, dijo el sheriff de Los Ángeles, Alex Villanueva.

Según el diario Los Angeles Times, tres cuerpos fueron recuperados el mismo domingo, pero el lunes no se dieron detalles del progreso y anunciaron que no entregarían las identidades por el momento.

El Sikorsky S-76 se precipitó el domingo por la mañana sobre las colinas cercanas a Calabasas, en el sur de California

Bryant, de 41 años, viajaba en su helicóptero privado desde el condado de Orange, donde vivía, hasta su academia deportiva Mamba en Thousand Oaks, donde su hija de 13 años iba a jugar un partido de baloncesto.

Escena devastadora

Jennifer Homendy, miembro de la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB), que se dedica a la investigación de accidentes de aviación civil, dijo que los investigadores permanecerán el resto de la semana recolectando pruebas.

“La escena del accidente es bastante devastadora”, señaló, agregando que los restos de la aeronave están esparcidos a lo largo de unos 180 metros.

“Estaremos aquí unos cinco días en la escena para recoger las pruebas perecederas”, añadió. “No estamos aquí para determinar la causa del accidente, no la determinaremos en la propia escena”.

Homendy indicó además que el helicóptero no tenía caja negra, lo que no es un requerimiento para este tipo de aeronave.

Precisó que el piloto hizo un requerimiento especial para volar por debajo del mínimo de 1.000 pies de las reglas de vuelo visual (VFR), que fue concedido, y que antes de estrellarse manifestó que subiría para evitar una capa de nubes. Fue el último contacto que hizo, volando a 2.300 pies.

“La pregunta sobre si el piloto debía estar volando en esa neblina, es parte de nuestra investigación”, añadió Homendy.

La niebla era lo suficientemente fuerte el domingo para que la policía y el sheriff dejaran en tierra sus propios helicópteros hasta la tarde.

Philippe Lesourd, un piloto de helicóptero e instructor que ha volado en este estado por 29 años, dijo que la explicación más probable es que el piloto sufriera una “desorientación espacial” al perder visual del suelo al entrar en las nubes.

“Un helicóptero es inestable, no es como un coche o un avión. Constantemente hay que controlar activamente su altitud”, dijo. “Cuando estás en las nubes, tu cerebro no reconoce qué es arriba y qué es abajo”, complementó.