Este domingo se llevará a cabo el segundo partido de la serie final de la NBA entre los Golden State Warriors y Cleveland Cavaliers, y en marco de esa definición te contaremos a continuación una legendaria anécdota que ocurrió precisamente en una final de la liga de básquetbol más importante del mundo.

La historia se sitúa en Salt Lake City (Utah), un 11 de junio de 1997. En aquella ciudad se disputaba el quinto partido de la serie final entre Chicago Bulls y los Utah Jazz.

Parecía una definición normal, sin embargo, aquel partido pasaría a la historia y sería conocido como el ‘flu game’. Y lo mejor de todo, está protagonizada por el gran Michael Jordan.

Los Bulls se habían adelantado en los dos primeros partidos, 84-82 y 97-85, en el United Center de Chicago. Pero los Jazz igualaron las cosas y se quedaron con los dos siguientes en Utah por 104-93 y 78-73.

La serie estaba 2-2 y se venía el quinto encuentro, también en Utah (las antigua regla era 2-3-2).

¿Y todo por una pizza?

Previo al encuentro, un par de días antes (la noche del 9 de junio para se exactos), la historia cuenta que Jordan se encontraba en el hotel de concentración junto con los Bulls y de pronto, como a todo ser humano, le bajó el apetito.

Así lo relató años más tarde Tim Grover, preparador personal de Michael.

“Estábamos en un hotel de Park City (Utah). Eran más de las 21:00 horas y el servicio de habitaciones ya estaba cerrado. Michael empezó a tener hambre y no sabíamos de ningún sitio donde poder cenar, así que decidimos encargar una pizza, dijo.

“Ya llevábamos unos cuantos días allí y todo el mundo sabía el hotel en el que estábamos alojados. Unos chicos vinieron a entregar la pizza y en cuanto la recogí les dije a mis compañeros: ‘Tengo un mal presentimiento sobre esto"”, agregó.

Finalmente, la pizza llegó a la habitación y de los que se encontraban ahí, Jordan fue el único que comió.

Como si se tratara de un mal presagio, horas más tarde sucedió lo que Grover había presentido: la estrella de los Bulls se había intoxicado.

“Pasadas las 2 de la madrugada, recibí una llamada a mi habitación. Era Michael. Fui a su habitación y me lo encontré encima de la cama acurrucado y sudando abundantemente, con claros síntomas de dolor”, relató.

Rápidamente el médico examinó al malogrado jugador y entregó su diagnóstico: virus del estómago o intoxicación alimentaria, posiblemente por consumir pizza en mal estado.

Los profesionales le dijeron a Jordan que era imposible que en ese estado pudiese disputar el partido, el cual se jugaba al día siguiente.

Pero se trataba de Michael Jordan, y siempre había esperanzas. Es por eso que el deportista siguió al pie de la letra las indicaciones de los médicos y permaneció, las siguientes 24 horas, en cama.

Jeff Haynes I Agence France Presse
Jeff Haynes I Agence France Presse

Se perdió los entrenamientos y a las 17:00 horas del miércoles (día del quinto partido) se levantó de la cama, con escasas fuerzas, a disputar esa final, la cual se jugaba a las 19:00 horas. De locos.

El estado del jugador era pésimo, pero los Bulls no podían decirle que no, era su estrella, y necesitaban de él para poder aventajarse en la serie.

Oficialmente, se dijo que Jordan padecía de una gripe que lo tuvo con fiebre toda la noche, así que sus rivales esperaban que su rendimiento bajara o que simplemente no jugara.

De hecho, uno de sus compañeros, Scottie Pippen, declaró que cuando Michael se presentó en el vestuario, apenas podía ponerse la indumentaria.

“Cuando le vi entrar en el vestuario pensé que era imposible que pudiera jugar. No podía ni ponerse el uniforme”, confesó.

La hora de la verdad

Como pudo, ‘air’ se vistió y entró a jugar el partido. Como era de esperar, nuestra leyenda fue un ‘fantasma’ en la cancha. No podía entrar en el juego debido a su enfermedad, y en el primer cuarto, sus compañeros pensaron que se desmayaría en cualquier momento.

Eso fue una ventaja clara para los Jazz, que se fueron al descanso con una ventaja de 16 puntos. Pero estamos hablando de Jordan.

En el inicio del segundo cuarto, la estrella de los Bulls apareció para anotar 17 puntos. Sus compañeros no se explicaban de donde sacaba fuerzas para jugar.

Sin embargo, en el tercer cuarto, su salud volvió a mermar. El descanso le había hecho mal y debió recuperarse para entrar de lleno a la parte final del partido. Y así lo hizo.

‘Air’ apareció en gloria y majestad para acortar distancias con los Jazz (perdían 77-69) y dejar las cosas 85-88.

Eso no fue todo, pues finalmente y gracias a su actuación los Bulls terminaron quedándose con el encuentro por 88-90.

La historia dice que el estadounidense jugó con 38 grados de temperatura, y sus estadísticas quedarán para el recuerdo. 38 puntos, 7 rebotes, 5 asistencias, 3 robos, 1 tapón y 2 triples, en 44 minutos de juego. Una leyenda.