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¿Cómo lo hizo? Juan Carlos de la Llera, el chileno que redujo hasta 10 veces el daño de los terremotos

25 febrero 2024 | 06:45

El ingeniero chileno recibió un importante reconocimiento internacional por su trabajo y aportes en la protección de las infraestructuras ante los terremotos.

Hace algunos días, la National Academy of Engineering de Estados Unidos, reconoció al ingeniero chileno, Juan Carlos de la Llera, como uno de sus miembros. Este es el máximo reconocimiento en su área y se debe a que desarrolló soluciones de infraestructura para los terremotos, que podrían llegar a ser “un cambio de paradigma” para el mundo.

El impacto y el éxito de sus métodos es tal, que se están implementando en distintos países del mundo, entre ellos figuran Japón, Nueva Zelanda, Italia, Estados Unidos, Grecia y Turquía.

De la Llera, exdecano y profesor de Ingeniería Estructural y Geotécnica de la Universidad Católica (UC), desarrolló los aisladores y disipadores sísmicos, que reducen los impactos de un terremoto entre 8 a 10 veces y que tienen una efectividad que puede considerarse muy cercana al 100%, según explica en entrevista con BiobioChile.

“Que te consideren dentro de la academia es un logro gigante. Y lo digo con mucha humildad, porque te voy a explicar que ese logro gigante no solo me pertenece a mí. (…) Es un logro que, que realmente es para sentirse orgulloso como universidad y como país también. Es un logro del país. Porque todo este trabajo que yo he hecho, lo he hecho con personas, con estudiantes, hombres y mujeres que han sido extraordinarios”, comenta.

Juan Carlos de la Llera y su interés por la infraestructura

Juan Carlos dice que todo se remonta a 1985, cuando se encontraba terminando su carrera de Ingeniería Civil y ocurrió el terremoto de la zona central de Chile, con epicentro en Algarrobo y una magnitud de 8MW.

Este movimiento telúrico dejó a 177 muertos y 979.792 viviendas damnificadas, según recoge la web de la Biblioteca Nacional de Chile. El ingeniero, recién titulado, quedó impresionado por un edificio en Reñaca que quedó inclinado y posteriormente tuvo que ser demolido.

Se metió en mi cabeza este tema del daño, de por qué las estructuras, obviamente, se dañan en un terremoto, y cómo uno podría estudiar para evitar que ese daño ocurriera”, cuenta.

“Todas las estructuras en el mundo están siendo diseñadas; edificios, puentes, todo lo que tú conoces, se diseñan para que en un terremoto severo puedan sufrir daño, pero no colapsen, no tomen vidas de personas, no maten a nadie. Esa es como la filosofía histórica del diseño. Pero hoy día, el mundo ha cambiado mucho, y la gente dice: ‘mira, yo no solamente no quiero que mi estructura se dañe, yo quiero seguir operando después del terremoto’“, explica.

Después de este evento, en los 90’s, De la Llera hizo dos doctorados en Estados Unidos. En sus palabras, estudió “muy fuertemente” cómo reducir los daños en infraestructura. Allí comenzó a abordar dos métodos, el aislamiento sísmico y los disipadores de energía, que finalmente se convirtieron en el trabajo de su vida.

“Entonces, cuando yo vuelvo a Chile en febrero del año 95, me pongo a trabajar en la posibilidad de escribir un proyecto para el Estado. En ese caso era FONDEF. Se gana ese proyecto y yo el año 96 parto con el desarrollo tecnológico en Chile de todo lo que es aislamiento sísmico y disipación de energía. Ese es el inicio de todo. Es un proyecto de investigación financiado por el Estado de Chile“, reconoce.

¿Qué son los aisladores y disipadores sísmicos?

El ingeniero comenta que el aislamiento sísmico es la técnica más efectiva de todas y permite que la infraestructura, de un edificio o vivienda, se mueva durante un sismo y permanezca intacta.

“Es una técnica en que tú cortas en la base de un edificio a la estructura del suelo. En el fondo es como si te imaginaras que la estructura ahora cuelga del cielo y el suelo se le puede mover en un terremoto, hipotéticamente. (…) Es como si el edificio estuviera arriba de estos patines o estuviera sobre una cancha de hielo. Entonces la cancha de hielo se te mueve y al edificio no le pasa absolutamente nada“, explica.

Juan Carlos de la Llera no inventó esta técnica, de hecho, a mediados de los 80’s ya se había implementado en algunos edificios, aunque no en Chile. Inicialmente se producía en Japón y en Nueva Zelanda. “Yo dije, esta es una técnica demasiado valiosa“, añade el experto.

La primera vez que se aplicó en el país fue en 1992 en un edificio de menor tamaño, pero eran una versión preliminar de los aisladores, puesto que cuando él inició su proyecto, finalmente desarrolló los que se conocen y utilizan hoy.

“Había que desarrollar todo ese conocimiento en Chile. Y lo que hicimos fue desarrollar con lujo de detalles, y con un laboratorio muy bonito que armamos acá, que es el más moderno de Sudamérica, para probar aisladores sísmicos. Y desarrollamos el producto completo con una empresa nacional del Estado, y también con el apoyo de inmobiliarias que estuvieron dispuestos a colocar estos aisladores sísmicos debajo”, comenta.

Lo que hacen los aisladores, explica Juan Carlos, es que los “terremotos no tengan mucha energía en la zona donde tú colocas a ese edificio con ese aislador. Entonces lo sacas de la zona donde el terremoto tiene la máxima energía“.

“Eso implica que el movimiento es mucho más suave, y tú vas a ver que el efecto es 8 o 10 veces menor que lo que ocurre en un edificio convencional“, agrega. Además, tras su rotundo éxito también desarrolló una versión para viviendas de bajo costo.

“Nos interesaba no solo que los grandes hospitales, que los grandes edificios corporativos tuvieran aislamiento sísmico, también nos interesaba muchísimo que la vivienda social, por ejemplo, pudiera tener acceso a esta tecnología. Y ese ha sido uno de los desarrollos más bonitos que yo creo que he hecho. Sin embargo, todavía no ha despertado a nivel nacional y mundial. Recién ahora la gente se está preocupando de lo que es el aislamiento sísmico para viviendas de más bajo costo“, comenta.

Por otro lado, los disipadores son más bien como amortiguadores. “La mejor analogía para entenderlo, es un amortiguador de un auto. El amortiguador de un auto va habitualmente ubicado entre la rueda y la carrocería, para que el pasajero que va dentro del vehículo, cuando la rueda en el piso se mueve, no sienta la vibración del terreno. Esa técnica, ese elemento, es exactamente lo mismo que utilizamos en los edificios”.

A diferencia de los aisladores, que van en la base de la estructura, los disipadores se ponen entre pisos. “Entonces, cuando la estructura se empieza a oscilar durante el terremoto, los pisos se mueven unos respecto de otros y este elemento aprovecha ese movimiento relativo entre dos puntos de la estructura y disipa esa energía. Esto protege a todo lo que es el resto del edificio”, señala el ingeniero.

La disipación tiene muchas técnicas que implican distintos materiales, Juan Carlos menciona que, además de los disipadores similares a los de los autos, también hay algunos que usan metales, cobre, acero inoxidable y otros que son viscoelásticos, con una mecánica similar al scotch.

Prácticas exitosas y bajos costos

Juan Carlos calcula que invirtió al menos 7 años en desarrollo, entre el 2003 al 2010, y después de tener los productos finales se enfrascó en la ardua tarea de convencer a quienes tenían que implementarlos, para probar su eficacia.

De hecho, el terremoto de 2010 fue clave, el experto asegura que 13 de las estructuras que ya contaban con estos sistemas en Chile “tuvieron un comportamiento muy exitoso”. Recordemos que el terremoto del 27F alcanzó los 8,8 MW y duró casi 3 minutos.

“Entonces después del 2010 ya se produce. Yo sigo investigando por supuesto muchos temas asociados con esto, pero ya se produce, yo te diría, una transferencia de todo este conocimiento a la práctica, mucho más masivamente. Por eso que crecimos a 150 edificios hoy día o algo así“, puntualiza.

Pero los sistemas desarrollados por Juan Carlos De la Llera se han puesto a prueba anteriormente, incluso en mayor intensidad. “Nosotros lo hemos sometido (de manera experimental) a un evento que es similar al terremoto de 1960, el más grande que se conoce en la historia del mundo, terremoto de Valdivia, famoso. Un terremoto de una magnitud 9,5-9,6, una magnitud gigante, realmente rompió mil kilómetros de la falla entre el Pacífico y el continente”.

“En ese terremoto los aisladores siguen funcionando correctamente. El porcentaje de éxito del aislamiento sísmico correctamente implementado, yo te diría es muy cercano al 100%“, señala.

Y es que pareciera que estas soluciones de infraestructura lo tienen todo, porque además de tal porcentaje de éxito, son baratas. “Hoy día el costo en realidad es realmente menor frente a los beneficios que te puede generar el aislamiento sísmico. Un aislador sísmico, en el peor de los casos, te puede costar una UF el metro cuadrado. La disipación de energía 0.2, 0.3 UF el metro cuadrado. 0.5 tal vez si eres más exagerado“, plantea.

Un cambio de paradigma

El experto, asegura que en el futuro cercano estos métodos podrían ser la norma. “Yo creo que Chile en el largo plazo, en el mediano-largo plazo, prácticamente todas las estructuras del país van a estar protegidas sísmicamente. Ya no hay ninguna razón para que eso no ocurra”, dice.

Pero para ello, todavía quedan algunos esfuerzos. Juan Carlos sugiere que formar más profesionales informados al respecto y establecer condiciones mínimas en infraestructura es clave.

“Es un tema bien fundamental. Y también educar a la población, o informarla sobre los verdaderos riesgos que existen en un terremoto. Y los riesgos que no tienen que ver con decisiones que el propio usuario haya tomado, sino que son decisiones que la sociedad ha tomado, digamos, en representación de las personas. La forma en que se diseñan las estructuras hoy día en Chile, por razones de costos, tienen de diseño que permite el daño. Pero a lo mejor la sociedad chilena y la sociedad a nivel mundial, como ocurrió en el 2010 y en Japón también, no está dispuesta a aceptar ese daño. Bueno, se tiene que establecer una conversación sobre ese tema”, explica.

En Japón, por ejemplo, ya existen al menos 8.000 infraestructuras que implementaron estas soluciones, mientras que Chile la cifra estaría por llegar a las 200. “Chile tiene un estándar que es súper alto en ingeniería sísmica y creo que las cosas se han hecho bien. Pero lo bonito sería que toda esta técnica que finalmente lo que hace es prevenir el daño sísmico, ojalá se usara prácticamente en todas las estructuras futuras“.

Especialmente, dice Juan Carlos De la Llera, en infraestructura crítica: “Todos los hospitales hoy día en Chile más importantes están siendo aislados sísmicamente. Esta fue una decisión del Ministerio de Salud, muy relevante y muy bonita que hizo el año 2010. Pero como hizo el Ministerio de Salud en su minuto, creo que también debería hacerlo el Ministerio de Educación. No debería haber ninguna escuela en Chile hoy día que no esté protegida sísmicamente“.