Nicolás Ferraro (Buenos Aires, 1986) es el autor de Ámbar (LOM Ediciones). Un policial descarnado, actual, donde no hay reglas que valgan.
Ámbar
Víctor Mondragón es un delincuente avezado. Para muchos, una leyenda con una larga historia conocida solo a retazos, por rumores, suposiciones. Pero que tiene escrita en su cuerpo. Es un hombre que busca un buen golpe para empezar de cero, pero con una buena suma de dinero.
Sin embargo, Mondragón, que tiene un nombre distinto para cada pueblo que visita, nunca logra ese monto, parar su carrera delictual. Siempre hay algo que se lo impide. Incluso una cuenta, una venganza, pendiente.
Ámbar es la hija quinceañera de Mondragón. Desde pequeñita lo acompaña en sus “trabajos”. Por ejemplo, distrayendo a un policía. Pero ahora, ya tiene su propia escopeta recortada…
Ámbar es una novela bien escrita, de una tensión permanente, con múltiples puntos álgidos. De ambientes cargados, agobiantes. Al punto que, para muchos lectores, es posible puedan estar tentados en más de algún momento de dejarla de lado.
Policial
Las novelas policiales han evolucionado de manera notable, transformándose muchas de ellas en verdaderos registros de época. Son, sin perder las características propias del género, una pequeña muestra de presentes que, con suerte, vislumbramos.
Sus protagonistas ya no son investigadores aristocráticos, con valores sólidos. A los protagonistas antihéroes -como Heredia, de Ramón Díaz Eterovic-, se suman los delincuentes. Es el caso de Ámbar.
En este caso, lo que muestra la novela es el mundo delincuencial. Sus “lógicas”, formas de actuar y relacionarse. Sus “culturas” y choques culturales.
Cinismo, manipulación y afectos
“-Nosotros no tenemos sueños -dice-, tenemos planes.” (p 137)
Nicolás Ferraro nos lleva a situaciones donde las afirmaciones, los actos, deambulan entre realismo, con críticas certeras, profundas, a manipulación descarada.
“-La conciencia es un lujo, Ambareté. Cosa de ricos. Ellos la tienen limpia porque les pagan a otros para que se ensucien las manos por ellos, otros que no pueden darse el lujo de tener conciencia. Si algo aprendí es que la panza hace más ruido que la conciencia.” (p 183-184)
Son afirmaciones que, siendo o pudiendo ser ciertas, ocultan dobles intenciones. Son atractivas, y en eso se ocultan mentiras y rasgos psicopáticos.
En este juego de verdades, lugares comunes, mentiras, que llevan a manipulaciones, engaños, traiciones, hay un plano, a veces completamente disociado, de los afectos.
“Estas cosas no deberían pasarme, nadie tiene que poder describirme o recordarme, y cada vez que me dice Ale me trae de vuelta a la realidad, que esta no soy yo, que esto no es nada, pero me mira con todo el tiempo del mundo, me mira a los ojos como si fuera un paisaje y me olvido de lo que tengo que hacer, de lo que debo hacer, y le doy un beso.” (p 158)
Ámbar es una novela policial que atrapa, que agobia. Que puede, incluso, intoxicar. O, al menos, hacer perder un poco más la fe en nuestra humanidad. Tan intensa que no hay final posible…
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Ámbar
Nicolás Ferraro
LOM Ediciones
Septiembre de 2025, Santiago de Chile