Por Francisco Marín Naritelli
Esta es la historia de Felisa, ayudante e investigadora del Departamento de Criminología en la universidad más prestigiosa del país. A sus 25 años, está decidida a indagar en sus orígenes para reconstruir su identidad marcada por el abuso, la barbarie y la violencia de género.
En este sentido, el autor destaca por la forma cuidadosa —pero explícita— en que retrata la interioridad de la protagonista: sus dudas, miedos y contradicciones, encarnadas en un cuerpo lacerado, atravesado por un trauma que se reactiva cada vez que sufre una nueva forma de agresión, aflora el deseo o la pulsión, o se enfrenta a las huellas del pasado.
Su cojera funciona como un recordatorio constante de esas zonas oscuras que habitan en lo familiar: la locura, el abandono, la perversidad. El delirio religioso de una madre intensifica ese clima de violencia, como si catalizara una época —en palabras de Nona Fernández—. La materialidad del cuerpo ficcionado —allí donde la palabra no siempre alcanza— dialoga con el archivo histórico y el lenguaje académico, articulando así memoria, género y literatura.
Dos tiempos se conectan en la novela: las décadas de los setenta y los noventa. Poblete despliega una rigurosidad excepcional —ya presente en muchas de sus obras— para reconstruir esas épocas cruciales de nuestra historia reciente.
La primera remite a los inicios de la dictadura (1974), cuando las tropelías eran pan de cada día, incluido el robo de guaguas a madres solteras y pobres. La segunda, a los primeros años de la transición (1994), marcados por pactos de silencio y una justicia indolente, como parte del esfuerzo por sostener una democracia anestesiada, incapaz de enfrentar el dolor y la brutalidad tanto de las instituciones como de las subjetividades que estas produjeron.
La casa de las arañas
Nicolás Poblete.
Editorial Cuarto Propio
2025.
276 páginas.